Estampas

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Martes, 5 de octubre de 2021

Termino de revisar el tercer volumen de mis emanaciones (2016-2019). Ahora no estoy seguro de añadir el año 2020, que sería el primero del cuarto volumen, si la vida me alcanza. Lo pensaré. Sigo a la espera de que aparezca el segundo volumen (2012-2015). Siempre he soñado con escribir libros gordos y con las emanaciones mis sueños se han hecho realidad, como se dice. El libro más gordo que había escrito era el de mi trilogía futurista, El gen de Dios, pero los libros de las emanaciones son aún más gordos.

Hoy, una de esas mañanas deliciosas, viriles, de cuerpo gustoso y el amor existe veinticuatro años después. Que coincida con la conclusión del trabajo en el tercer volumen de mis emanaciones me hace feliz, sea eso lo que sea. Tal vez porque tanto mis emanaciones como adentrarse en el cuerpo amado son búsquedas de consuelo, niñez, protección, y de excelsa virilidad.

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Lunes, 4 de octubre de 2021

El árbol al que trepaba mi gato amarillo. La piscina del vecino, en la que solía emerger la ballena. La realidad es inferior, queda claro.

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Domingo, 3 de octubre de 2021

Las grandes leyes sobre el divorcio y el aborto son exactamente contemporáneas de otra legislación, la de la reagrupación familiar. Son además cifras del mismo orden, las del número anual de abortos y el número de entradas por el procedimiento de la ragrupación familiar. De nuevo esta vez el presidente de la República Valéry Giscart d´ Estaing (y su primer ministro Jacques Chirac) quiso mostrar su imagen más humanista; también entonces se vio desbordado. Ofrecía la “reagrupación familiar” como una recompensa a los – pocos – inmigrantes que escaparían a la obligación de volver a su país de origen. Pero nadie volvió, salvo algunos trabajadores portugueses. Y la máquina de reagrupación familiar funcionó a pleno rendimiento. Transformó la inmigración de trabajo en una inmigración de repoblación.

Simbólicamente, fue como si los pueblos cansados renunciasen a reproducirse ellos mismos y optasen por ser rescatados por los más vigorosos, los más jóvenes. Como si los hombres franceses y europeos, dejando su falo en tierra, no pudiendo o no queriendo fecundar a sus reacias mujeres, hubieran pedido socorro a sus antiguos “criados” a los que habían emancipado. Como si Francia, y Europa, convertida uniformemente en mujer, se hubiera declarado tierra abierta, a la espera de ser fecundada por una virilidad venida de afuera.

Treinta años después, el joven árabe constituye el tabú que más pesa sobre la sociedad francesa. Es a un tiempo objeto de rechazo y de deseo, de odio y de fantasía. Las feministas abominan de él, pero no se atreven a decirlo por reminiscencias anticolonialistas. Están furiosas de ver como las ciudades vuelven a la edad de piedra antifeminista y, a la vez, encantadas de encontrar un referente masculino aborrecible tan perfecto. Es el bárbaro en Roma, el lobo metido en París. Tiene un lenguaje próximo al Neanderthal. Es el hombre anterior a la civilización. Reacciona de manera binaria, “zorra” o “respeto”, putas en minifalda y santas con velo, prostituta o virgen. No ha leído a Stendhal. No ha leído a René Girard. Ni El eterno marido de Dostoïevski. Pero a veces ofrece su conquista a sus amigos durante las famosas “violaciones en grupo” (…) Vienen de un mundo donde los hombres no están feminizados, en el que se comportan según sus pulsiones, pero en el que estas pulsiones están contenidas dentro de un marco rígido, familiar y religioso. Ahora bien, viven en un país en el que el marco ha saltado por los aires. Son conquistadores en una ciudad abierta.

Hay que leer a Zemmour.

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Sábado, 2 de octubre de 2021

Estaba en la ciudad del futuro y llevaba el culo por fuera como todos en el día de la gran celebración así estaba estipulado y qué hermanada qué jovialmente avanzaba la muchedumbre por la inmensa avenida llena de coloridas banderas millones marchábamos entonando alegres cánticos de Paz, Hermandad e Igualdad y el cielo era dulce y tierno como la nalgas de un querubín y llegamos a la plaza a paso firme éramos legión y llenamos en un momento la Plaza del Culo gloriosa plaza y luego de unos minutos de angustiosa espera hizo su entrada triunfal rodeado por su negra escolta imperial y por el flamear de las trompetas nuestro amado Emperador Markaska ¡alabado sea! epítome de la especie y exhibía orgullosamente nuestro amado Emperador sus dos culos ¡el Hombre Biculo!, objetivo de la especie, un culo donde todos tenemos el culo y otro culo donde los seres inferiores tenemos la cabeza, y en ese momento con la mayor coordinación entonamos como es de rigor la oración reverencial ¡Oh San Maricón que estás en los Cielos, santificado sea tu Culo! de celebración del orgullo maricón y chochoregio y la Paz se adueñó de nuestros corazones y nos sentimos bendecidos por la superioridad moral (es decir anal y vaginal) de nuestro Emperador y porque después de siglos de injusticias y de sufrimiento a manos del monstruoso falo habíamos conseguido que el culo (¿y qué es el culo sino un remedo de vagina?) fuera Ley y el porvenir nos sonreía al fin.

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Viernes, 1 de diciembre de 2021

“Los hombres están dispuestos a todo por follar, incluso a amar; las mujeres están dispuestas a todo por ser amadas, incluso a follar”. Broma de otra época, de una época y un mundo viril, dominado por la psique masculina. Broma sin duda prohibida por la directriz europea del 23 de septiembre sobre acoso sexual. Nuestros amigos europeos pueden dormir tranquilos en su hotel de Bruselas. Este mundo se muere. Los hombres son ahora sinceros. Están alienados, pero de buena fe. Quieren amar y desear a un tiempo. Quieren convertirse en mujeres como las demás.

En los Estados Unidos, como en Canadá, los encuestadores de Pfizer escuchan a mujeres, sarcásticas o desesperadas (o ambas cosas), afirmar que un hombre que tenga una erección de más de tres minutos es un héroe. Todo el mundo se asombra, se preocupa. ¿Qué ocurre entonces? Los hombres no comprenden qué les pasa. Las mujeres tampoco. No se dan cuenta de que su obsesión por el “respeto” las devuelve al punto puritano de partida del que vienen. En la sociedad antigua, para contener las impaciencias masculinas, las mujeres decían “¿por quién me toma?” La imagen de la pura, de la santa, de la virgen, desanimaba o, en todo caso, canalizaba las pulsiones viriles. Hoy en día no les importa ni lo más mínimo su virginidad o su pureza, sino su igualdad, su independencia, “la imagen de la mujer”. Una vez más, el sacrosanto respeto neopuritano funciona como una máquina que aniquila el deseo de los hombres.


Sigo con Eric Zemmour. Recomiendo mucho su lectura, es imprescindible traer a una España empercudida por el pensamiento simplón y reductor de la izquierda neocomunista, la mirada de un intelectual de la derecha ilustrada. Que en Francia aún existe, por suerte.

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Jueves, 30 de septiembre de 2021

(Bis) La izquierda y la derecha socialdemócrata han controlado la educación y el discurso periodístico, televisivo, cinematográfico y hasta literario español durante cuatro décadas y ¿de verdad alguien piensa que eso no ha tenido ningún impacto sobre la realidad? De dónde han salido entonces la sacralización de la infancia, las hordas de jovenzuelos botellón y viva el ché, las legiones de joviales porreros a mesa puesta, las insalubres, parasitarias ¡y viva la Revolución! pandillas de okupas, los resentidos y consentidos hijitos de papá y mamá que todo se lo merecen, los matoncillos que insultan y agreden a los maestros y apalean a los padres, los enjambres de cocainómanos adolescentes la incultura general de los jóvenes, el odio a lo español, los millones de votantes de los partidos chavistas el desprecio por el esfuerzo el aquí me lo den todo y la culpa es siempre de los yanquis, de los judíos y del capitalismo, de dónde ha salido la epidemia anti masculina y el afeminamiento de la sociedad y del varón y el feminismo chochosuperior, de dónde la emasculación cerebral de los intelectuales y el fidelismo vacacional y el odio a los ricos y los cerebros de todo a cien (lugares comunes) y los universitarios y catedráticos analfabetos y la política como una forma de sectarismo, de dónde el Estado como puta sumisa de sus enemigos, de dónde el prestigio y la superioridad moral que otorga matar a cien millones de personas por su propio bien, exhibido y celebrado y socialmente triunfante, ¿de dónde?

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Miércoles, 29 de septiembre de 2021

En España, donde las crías humanas disfrutan de un rango ridículamente mayestático, sin embargo, se permite abierta impune y legalmente, el abuso infantil. ¿Qué es la imposición (inmersión le llaman) del euskera a los niños españoles (todos los niños) que viven en la provincia vasca sino abuso infantil? Y ahora leo que a los niños extranjeros que lleguen a la provincia vasca también se les someterá a la misma forma obscena de tribalismo racista antiespañol. Enseñar a un niño euskera, a ver si queda claro de una vez, es una forma de abuso infantil. No hablemos ya de la inutilidad en el mundo real de ese entrechocar de piedras que es el euskera, sino de los daños morales (el culto a la superioridad racial de un grupo humano es una forma de bajeza) que puede causar su aprendizaje en una escuela vasca. El catalán y el gallego, por poner los ejemplos más sobresalientes de jergas y jerigonzas tribales españolas, cierto que abofan, pero no dañan (creo) la libertad y la integridad moral al mismo nivel (creo) que el euskera. Que el Gobierno español y los españoles libres e iguales (si es que quedan) permitan esta atrocidad es uno de los signos más notorios de la extinción de lo español y de la derrota total y absoluta de los ciudadanos españoles libres e iguales.

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Martes, 28 de septiembre de 2021

Llevo a Marta al aeropuerto. Regreso veloz porque tengo que atender a un programa de la radio colombiana. Eros y política. Hablamos de mi libro y sobre sexo y poder en general. Estamos de acuerdo en que funciona de distinta manera para hombres y mujeres. Cosas de las diferencias entre hombres y mujeres (a la mierda la reaccionaria Igualdad) También hablamos de la decadencia de Barcelona (la opinión de mi amable anfitrión sobre la ciudad es claramente preColau. Lo pongo al día respecto al basurero violento en el que se ha convertido la ciudad. De paso, le hablo maravillas de Madrid. Cuando termina la entrevista, mientras preparo el té, pongo el televisor y lo del volcán, me tienen hasta los huevos con lo del volcán, ya el volcán no es un volcán ya el volcán es un niño asesinado ¡el Pescaito! o un niño muerto al caer en un agujero, la misma sucia operación para hacer caja con el dolor y la tragedia ajena y echarnos encima hasta engullirnos como la lava engulle, toneladas de cursilería y mierda rosa.

Ahora me pondré a trabajar. Quiero corregir lo antes posible el tercer volumen de mis emanaciones. La vida es rauda y letal, como se sabe. Después, en la tarde, terminaré el libro de Zemmour y como estoy solito, al caer la noche me daré a la bebida.

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Lunes, 27 de septiembre de 2021

“El vello no es perseguido porque sí. No se erradica del cuerpo de los hombres por meras razones mercantiles. El vello es un rastro, un marcador, un símbolo. De nuestro pasado de hombre de las cavernas, de nuestra bestialidad, de nuestra virilidad. De la diferencia entre los sexos. Nos recuerda que la virilidad va de la mano con la violencia, que el hombre es un depredador sexual, un conquistador. Es el signo en la adolescencia de que el hombre se aleja del niño que fue; y de la mujer que nunca fue. Durante siglos, naturaleza y cultura fueron a la par, las mujeres arrancándose el escaso vello que tenían y los hombres enarbolando orgullosamente, cual viril estandarte, su pilosidad. La depilación masculina marca la voluntad de acabar con nuestra virilidad ancestral; es signo de la búsqueda de la infancia perdida, de la pureza, de la inocencia, de la dulzura, de la debilidad. De la feminidad. De la confusión sexual. Es una auténtica ruptura histórica. (…) Tras ese cuerpo cuidadosamente rasurado se dibuja otro mundo. Nietzsche decía: La mujer no tendría el talento del adorno si no supiera instintivamente que su papel es secundario. El hombre aprende ahora a adornarse. Y aprende deprisa”.

“Creíamos justamente haber abandonado desde hace treinta años esta imagen tradicional de la mujer. Habíamos leído a Catherine Millet. Habíamos visto en televisión a todas esas mujeres jóvenes que publicaban novelas eróticas (ilegibles). El deseo de las mujeres se exhibía, se imponía, se vendía. Durante años, se había decretado que las mujeres podían, también ellas, como los hombres, separar el deseo del amor, tener uno, dos, diez amantes; las revistas femeninas alababan el adulterio; las mujeres ya no estarían esperando el príncipe azul. Serían hombres como los demás, gozando del placer allí donde lo encontraran. Recuerdo una película de los años 80 en la que Miou-Miuo tenía dos maridos. Roger Hanin y Eddy Mitchell, en dos ciudades distintas. Y todo iba estupendamente en el mejor de los mundos. Doble vida, triple vida, cuádruple vida, las mujeres hacían todo como los hombres. Incluso vi películas y leí libros en los que una mujer pagaba a un hombre para que se acostara con ella. Un auténtico prostituto. No sólo un gigoló hacia el cual, a pesar de todo, nacen forzosamente sentimientos de amistad, de cariño. (…) Hoy es como si aquella época hubiera terminado. (…) Las jóvenes generaciones son las más reaccionarias, las más rebeldes contra las lecciones libertarias de sus madres. La pareja es lo único verdadero. Aunque sea efímera. Tan efímera como sacralizada. (…) Si las mujeres, en su mayoría han renunciado a comportarse como hombres, se niegan a abandonar los sueños románticos que las guían desde el principio del mundo; han sacado de esta paradoja una conclusión radical y sin embargo lógica: puesto que no han logrado convertirse en hombres, tienen, pues, que convertir a los hombres en mujeres”.

Sigo con Zemmour. Que a medida que avanzo crece y crece.

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Domingo, 26 de septiembre de 2021

Demasiados libros que leer y muy poco tiempo para leer, pero uno hace lo que puede. Ahora estoy (entre otros) con un librito de Eric Zemmour, que está resultando, por viril e incorrecto, una lectura muy refrescante.

“Se sugiere la evidente superioridad de los valores femeninos, la dulzura sobre la fuerza, el diálogo sobre la autoridad, la paz sobre la guerra, la escucha sobre el mandato, la tolerancia sobre la violencia, la precaución sobre el riesgo. Y todos los hombres y las mujeres, sobre todo los hombres, tienen que comulgar con esta nueva búsqueda del Grial. La sociedad unánimemente conmina a los hombres a revelar la feminidad que guardan en su interior. Con una buena voluntad desconcertante, malsana, los hombres hacen todo lo que pueden para realizar este ambicioso programa: convertirse en una mujer como las demás. Para superar por fin sus arcaicos instintos. La mujer ya no es un sexo sino un ideal”.

“El feminismo es una máquina de fabricar igualdad. Ahora bien, el deseo se basa en la atracción de lo diferente. Reduciendo el potencial de ese deseo entre hombres y mujeres, el feminismo ha hecho un gran favor a los homosexuales, ha alejado a los hombres de las mujeres, ha ampliado el campo de acción de los homosexuales. A las feministas les convenía también porque siempre han considerado la penetración, lo digan o no, una violación, incluso cuando es consentida. Lo que no es falso, por otra parte. Todas las palabras del vocabulario viril para referirse al acto sexual tienen relación con la fuerza y el engaño: tomar, poseer, tirársela, follársela, joder. Pero, al final, las mujeres se han convertido en rehenes de los homosexuales. Han ligado su suerte a la de sus enemigos”.

“Todo el trabajo ideológico de las feministas y de los homosexuales militantes ha consistido en desnaturalizar la diferencia de los sexos, en mostrar el carácter exclusivamente cultural, y por lo tanto artificial, de los atributos tradicionalmente viriles y femeninos. La deconstrucción sexual ha minado todas las certezas de unos y otros. Era el objetivo que se buscaba”.

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