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Martes, 8 de marzo de 2022

Para las atribuladas mujeres españolas que hoy (Día de la Mujer) sufren los embates de las Montero, Belarra y el resto de la horda, nada mejor que dejar aquí a Camille Paglia, una de las personas (mujer, además) que más lúcidamente ha escrito sobre asuntos feministas.

“El problema del feminismo es que no representa a un amplísimo sector de las mujeres. Por eso se ha centrado en la ideología y en la retórica antimasculina en lugar de hacerlo en el análisis objetivo de los datos, de la psicología humana y el significado de la vida. No creo que la carrera laboral deba ser lo más importante de la vida de una persona. Si permites que tu trabajo defina tu personalidad, es que eres un enfermo. La vida humana está dividida en la vida privada y en la pública. Y es muy importante desarrollar la vida familiar, afectiva… Centrarse sólo en la vida pública puede ser propio de personalidades distorsionadas. Por eso las nuevas generaciones en EEUU se atiborran de antidepresivos. Identifican la vida con el trabajo y eso sólo te puede hacer sentir miserable”.

“En los años 60 el feminismo de izquierdas trataba de atraer a las mujeres trabajadoras y adoptaba las maneras y el lenguaje de la clase trabajadora. En los 70 se empezó a imponer una corriente que se centraba en las burguesas de profesiones liberales, principalmente profesores, periodistas… Ese tipo de feminista que cree saber qué es lo mejor para las mujeres. Pero lo cierto es que sólo están centradas en hacer carrera y no se dan cuenta de lo distintas que son sus vidas de las mujeres de clases trabajadoras que pretenden representar. Hay una actitud muy elitista en el feminismo. Y las periodistas y las que se llaman intelectuales tienen mucha culpa”.

“En 1972 yo era la única estudiante de Yale abiertamente lesbiana. Y Dios sabe lo que me pudo costar aquello profesionalmente. Pero luego a finales de los 70 y los 80 empezó a proliferar el identitarismo. Se crearon los departamentos de género, los estudios afroamericanos… Y esa institucionalización de las identidades es lo que está a punto de cargarse las universidades en EEUU. Ahora lo que hay es una serie de administradores y burócratas que justifican su sueldo enseñando, por ejemplo, Literatura y Arte desde un punto de vista identitario. ¡Enfermizo! Yo abogo por la visión verdaderamente multicultural que teníamos en los 60, que era lo opuesto a los estudios de mujeres, de gays, de afroamericanos… No se puede meter el Arte o la Historia en compartimentos de jerga, clichés…”

“En mi generación pedíamos a las autoridades que no se metieran en nuestras vidas privadas. Cuando llegué a la Universidad en 1964, los dormitorios de las chicas se cerraban a las 11 de la noche. Sin embargo, los hombres no tenían toque de queda y podían pasarse toda la noche por ahí. Pensábamos que era una vergüenza pero en la universidad nos respondían que eso no podía ser porque el mundo era peligroso. Y nos quejamos al rector: «Denos libertad aunque eso acarree el riesgo de que nos violen». Y lo logramos porque aceptamos los peligros. El problema es que a nosotros nos educaron personas que habían ido a la Segunda Guerra Mundial y vivido la Gran Depresión. Nuestros padres entendían lo que era la realidad y nos advertían de los riesgos. Por lo que, aunque estábamos muy protegidos, nos habían explicado los peligros del mundo y habíamos desarrollado una personalidad que nos permitía afrontar las contrapartidas de la libertad. Hoy, dos generaciones después, la gente joven, de clase media, es blanda e incapaz de sobrevivir. Viven en un entorno protegido, educados para no ser ofendidos. No se les enseña la sucesión de horrores que ha sido la Historia. Sólo se les habla de esta basura identitaria y victimista”.

“Ahora hay una crisis de roles de género y un debate centrado únicamente en las necesidades de las mujeres. Mientras, a los hombres se los retrata como violadores, criminales y todo lo masculino se desprestigia. Hasta llegan a decir que los hombres son mujeres incompletas. ¡El feminismo ha conseguido envenenar la atmósfera cultural con su aversión a lo masculino! Claro, los muchachos ven esto como algo terrible y yo lo siento mucho por ellos. Atravesamos un periodo de caos. Es cierto que tenemos muchos privilegios, lujos… pero la gente es miserable”.

“Ahora se habla mucho de Artemisia Gentileschi pero, bueno, es una figura menor. Los hombres han sido los que han roto los estilos y los que han creado la Historia del Arte. No tengo duda. Los grandes proyectos de irrigación de Mesopotamia, las pirámides de Egipto fueron idea de los hombres. ¿Por qué? Porque los hombres son capaces de matarse a sí mismos y a otros para llevar a cabo sus proyectos. O sus experimentos. Siempre tratan de ir más allá del conformismo, de la cueva en la que estaban las mujeres. En parte, quizás, para escapar de las cuevas porque en las cuevas mandaban las mujeres”.

“El heteropatriarcado no existe. Es una estupidez que descalifica cualquier análisis. En Occidente, las mujeres no viven en ningún patriarcado”.

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