Estampas

3009

Y de regreso en mi lugar pienso alguien debería mandarme a viajar por el mundo con todo pagado y parando en los mejores hoteles y sobre todo cenando en los mejores restaurantes (ya Espada dirá dónde hay que ir), para que yo escribiera mi paso por el mundo es decir el mundo. Pero. El caso es que estoy sentado otra vez en el jardín bajo el olivo y un vino blanco claro y cerrado y soy el fijador soy el fijador y sonrío y digo: la vida la vida, como en el final de aquella gran película.

La vida.

3008

Portugal (11)

Nos vamos al Algarve a la playa y en el coche pienso que el problema de lo vivido es que carece de fijador. No hay fijador, todo es humareda. El día limpísimo y hasta en el horizonte trémulo. Las carreteras portuguesas estupendas mucho mejores que las andaluzas por cierto. Pasamos por un pueblo llamado Alchochete y me digo qué magnífico lugar para vivir, aquí me quedaría. ¡Alchochete! El sitio perfecto el lema de mi casa. Pero enseguida alguien: ¡No, no, que es Alcochete! El mundo nunca es como debería ser esa es una de las pocas grandes verdades irrefutables.

Las playas del Algarve largas y moradas me recuerdan las de Zahara de los Atunes pero más humanas. Y para mi asombro consigo meterme en el agua y disfrutar quiero decir que no me congelo ni nada por el estilo. Lo que siento al hundirme en un mar así vean cómo se me pone.

Y paseamos por el borde del agua largo rato y después nos sentamos en la arena hasta que el sol se pone majestuosa y anaranjadamente.

3007

Portugal (10)

La noche para que lo sepan cae sobre Lisboa como una pomada la veo caer así y siento algo parecido a la tristeza y a un agrietado desasosiego. Sobre el Tajo y sobre la gran dentadura encrespada que es la ciudad y sus tilos plateados, cae. A mí esa manera de caer que tiene aquí la noche me erotiza bastante es que hay un poso triste en el sexo ¿no? Pero. Tal vez lo que siento no tenga nada que ver con la tristeza sino con la baba infantil que segrega la suspensión de la muerte justo después de corrernos. Todos la hemos sentido.

Tal vez los hombres ni siquiera existan tal vez sólo existan niños abandonados.

3006

Portugal (9)

Alivian mucho las escaladas y los dolores de piernas y de espalda que me dejan, las mujeres. Voy por las calles pendiente de ellas como voy por las calles de todas las ciudades pero visto lo visto creo que en Lisboa voy aún más. Hay algunas como de humo mojado y las pieles cual secreciones es lo que me parece. Copiosas cabelleras y ojos de aceite y andares reclinados y en las bocas una especie de líquido terso y profundo. Y los ojos. Y poderosos culos dulcemente.

3005

Portugal (8)

Voy con el fotógrafo y navegante Cervera a un bar extraordinario, barroco, verde, terciopelo y libidinoso, donde hay un baño muy inspirador (ahora que lo pienso creo que en el baño teníamos que haber hecho otro retrato) con su travesti y todo un hermoso travesti de piernas muy largas y labios sinuosos y allí sentado en un lujurioso sofá me hace Cervera un retrato.

3004

Portugal (7)

Y una noche, veo en las OLIMPIADAS a una esclava musulmana compitiendo con su traje de esclava. Toda tapada, que es como se sabe el uniforme de las esclavas musulmanas. Debería prohibirse. Las OLIMPIADAS no deben condonar la esclavitud de la mujer, y eso es lo que hacen admitiendo en los juegos a mujeres esclavizadas en nombre de la religión musulmana y de su cultura misógina.

Una mujer con su traje de esclava (burkini, hiyab, niqab, burka o lo que sea) es una violación del espacio laico que tanta sangre y sacrificios ha costado alcanzar en los países libres donde las mujeres son libres. Una mujer con su traje de esclava en territorio libre laico es una invasión que pretende normalizar en territorio laico la barbarie social en la que viven las mujeres en los países musulmanes. Hay que combatir ese odio a la mujer y hay que combatirlo firmemente en nombre de la libertad y de la dignidad humana y en nombre de la superioridad laica y sobre todo en nombre de la civilización.

3003

Portugal (6)

Cuando regreso al hotel cansado de trepar como una cabra por la ciudad, ya duchadito y hasta con el pito entalcado, me pongo a ver las OLIMPIADAS. Lo que pongan, pero sobre todo el voley playa porque me gusta mirarles el culo a las jugadoras. Hay quien piensa que si le miras el culo a las jugadoras de voley playa eso quiere decir que sólo ves culos y que denigras a la mujer y que la reduces al culo y que mirarles el culo automáticamente te convierte en un monstruo; eso es una enorme tontería, y es reducir a los hombres, por cierto. Veo las OLIMPIADAS hasta tarde, con los dedos cruzados y deseando cuando compite algún atleta pavoroso que pierda el atleta pavoroso, que tropiece si corre o que se caiga de las barras paralelas y se rompa un hueso. Eso es lo que más me gusta de las OLIMPIADAS, ver perder a un atleta pavoroso. Ni Allyson Felix, ni Phelps, ni Nadal, ver perder o ver descalabrarse a uno de esos esbirros es lo que más me gusta.

No se crean ni por un segundo que esos atletas no son esbirros al servicio del régimen, si representas a una dictadura asesina eso es lo que eres. Un cómplice y un esbirro. Otra cosa es, claro está, si el atleta es cubano pero exiliado, es decir excubano, que es la mejor manera de ser cubano: ¡entonces le deseo lo mejor y cruzo los dedos para que gane y salga a celebrar con otra bandera y no con el trapo repugnante que es la bandera cubana!

3002

Portugal (5)

Sigo con César Aira y mi problema con Aira es su afán por hacer literatura. Y a mí que cada día me interesa menos la literatura, lo único que me interesa ya cuando escribo es hablar claro. Sin embargo la manera en que comienza su crónica sobre el viaje a La Habana es magistral: “La primera mañana fui a la casa de Lezama Lima. Sucedió un poco por casualidad: salí a caminar para ver la ciudad, y como no hay mucho que ver porque todo está en ruinas, todo es sucio y sórdido y uno trata de pasar de largo lo más rápido que pueda, dejé atrás la Habana Vieja, de pronto estaba en Prado y se me ocurrió que la calle Trocadero no debía estar lejos”.

Y cuando Aira llega a la casa de Lezama todo es aún más sórdido, hay una policía a cargo del discurso histórico naturalmente y todo está en ruinas y se lo han robado todo: los libros de Lezama sus cuadros sus amados objetos mitificados, todo. Un gobierno de ladrones y un país de ladrones.

Sólo se me ocurre una cosa más abyecta que el panorama abyecto que describe Aira y esa cosa es un escritor cubano de visita en esa isla estercolero. Hay que ser muy sumiso y hay que ser muy miserable.

3001

Portugal (4)

Vamos a visitar la casa del poeta Pessoa. Está en una zona tranquila y diáfana de la ciudad cerca de un gran parque frondoso y abrisado. Permanezco un rato de pie delante de la camita de Pessoa, qué camita tan pequeña la del poeta, se diría la de un niño. Leí hace muchos años el Libro del desasosiego y me gustó mucho por lo que recuerdo. Compro los poemas de Pessoa inspirados en el Rubaiyat de Omar Khayyam. Una edición muy bonita con una foto en la que Pessoa parece un cernícalo un halcón o algo así. Lo del poeta Omar Khayyam es curioso, no se sabe casi nada de él ni siquiera se sabe si lo que leemos son sus poemas o los poemas de sus discípulos. La llamada inmortalidad literaria es algo muy raro. ¿No?

Cuando terminamos, salimos a las calles azulejeadas y vamos hasta el Café A Brasileira donde solía ir Pessoa a escribir y a ver la vida pasar. Frente al lugar, que está muy bien conservado y que está más o menos igual que en época de Pessoa pero del que simultáneamente ya no queda nada, han colocado una escultura de bronce del poeta. Da un poco de pena ver a Pessoa ya metálico allí expuesto a la inclemente y zafia curiosidad de los turistas casi todos muy feos.

Creo en la poesía y en su poder curativo, pero a veces no me queda otro remedio que pensar que es sólo un subterfugio tras el que ocultamos de la vida el horror.

3000

Portugal (3)

A medida que pasan los días va gustándome más Lisboa. Pero es una ciudad vedada para mí. Al llegar me pasó por la mente si tienes que salir huyendo de Cataluña por los sediciosos, tal vez aquí tal vez. Pero no. Es una ciudad más que para personas para cabras. Y no cabras comunes cabras de esas que vemos en los documentales trepando riscos. Ayer salimos de paseo y hoy me levanté molido soy un hombre mayor pero además con una columna vertebral magullada y subir estas pendientes letales me dejaría definitivamente postrado.

Por otro lado, se oyen fados por todas partes. No sé cuál será el índice de suicidios en Lisboa, pero debe ser alto. Al segundo fado yo rompo a llorar y al cuarto salgo y me tiro debajo de un tranvía.

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