Estampas
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Lunes, 13 de diciembre de 2021
Corinna Chocho de Oro batalla en los tribunales contra el Rey Juan Carlos I (los reyes lo son hasta la muerte). No opinaré sobre los intríngulis legales porque no tengo ni idea. Hablaré de lo que conozco, así que diré esto: ningún coño vale 65 millones de euros. Corinna fue durante un tiempo la querida del Rey. Bien. Las queridas van con el reinado, eso lo sabe cualquiera. Los reyes son aventureros, follan sin bajar del caballo y sin quitarse la armadura, los reyes se encoñan aquí y allá. Bien. Pero. Repito. Ningún coño (y ninguna polla, se entiende) vale 65 millones de euros. Con 65 millones de euros me compro yo decenas de coños y pollas y hasta me compro un montón de trans si me apetece. Y hasta un andrógino auténtico con pito y coño de nacimiento, que debe ser más difícil, pero con 65 millones no digo yo si lo encontraría. ¡65 millones! El Rey sufriría de demencia temporal cuando le transfirió ese dinero a Corinna. No me lo explico de otra manera. Y además ceguera. Basta mirar a la Corinna para darse cuenta de que es una persona a la que no hay que transferirse no digo yo 65 millones, ni 65 centavos.
Compadezco al Rey atrapado en las redes de Corinna Chocho de Oro. Ah, y algo curioso en estos tiempos de totalitarismo de género, cada vez que hablo con una mujer de Corinna, opina que Corinna es una zorra de cuidado.

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Domingo, 12 de diciembre de 2021
La lectura de Becker reafirma mi teoría del Entretenimiento. Es decir, que sólo hay entretenimiento y todo es entretenimiento. La extinción define lo humano, nada tiene sentido para nuestra especie que vive condenada a la monstruosa dualidad cuerpo/mente. Sólo nuestra especie está condenada a semejante infortunio. Los otros animales, carentes de conciencia, también están condenados a la extinción, pero no lo saben. De ahí que nuestra especie haya buscado diferentes maneras de paliar la angustia, del horror, de la dualidad cuerpo/mente. Una mente capaz de las mayores hazañas de la imaginación (e incluyo aquí la ciencia) pero presa en un receptáculo cuyo final es la podredumbre. Entre las creaciones más interesantes creadas por la criatura humana para olvidar o lidiar con la extinción, está en primer lugar Dios, los millares de dioses, cultos y religiones, los héroes, la filosofía, la ciencia y la literatura, las ideologías, la tecnología, el concepto de Eternidad, la cultura, los incontables mitos y leyendas (cuyo propósito final no es otro que dotarnos de la ilusión de propósito, de sentido individual y colectivo) y miles de otras formas de Entrenimiento. Porque, a fin de cuentas, eso es lo que hacemos, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, entretenernos a la espera de que el receptáculo, es decir el cuerpo, nos saque de nuestra ilusión de que en la terrible dualidad que padecemos, la mente es más importante y otorga sentido y propósito a nuestro ir pudriéndonos. Y digo Entretenimiento con el mayor respeto, sin Entretenimiento nos suicidaríamos en masa.
Hasta hace poco, creía que esta batalla terminaría cuando la especie derrotara la muerte, pero eso no resolverá el problema de la dualidad mente/cuerpo. Sólo cuando abandonemos el cuerpo y nuestra mente pueda trasplantarse de alguna manera a un receptáculo mecánico, indestructible, no orgánico, podremos decir que hemos ganado. Pero entonces ya no seremos carne, ya no seremos nosotros. Para que la mente perdure, el soporte orgánico ha de desaparecer. Tendremos que convertirnos en una nueva especie. Pero entonces no sé si valdrá la pena ser.

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Sábado, 11 de diciembre de 2021
“Los valores de la naturaleza son valores corpóreos, los valores humanos son valores mentales y, aunque se eleven a lo más alto, están construidos sobre excrementos; nada es posible sin esto, siempre se vuelve a lo mismo. Como lo expresó Montaigne, cuando el ser humano se sienta en el trono más elevado del mundo, lo hace sobre el culo. Habitualmente, este epigrama hace reír porque rescata al mundo del orgullo artificial y del esnobismo y es un retorno a los valores igualitarios. Pero si llevamos esta observación más allá y decimos que los seres humanos no sólo se sientan sobre el culo, sino sobre sus propios excrementos, el chiste ya no tiene gracia. La tragedia del dualismo humano, su ridícula situación se torna demasiado real. El ano y su producto incomprensible y repulsivo representan no sólo el determinismo físico y la dependencia, sino el destino, así como todo lo que es físico: la degeneración y la muerte.”
Sigo con Becker.

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Viernes, 10 de diciembre de 1021
A veces, pienso que no quedan autores importantes que no haya leído. Tonterías. Gilipolleces, como se dice aquí. El mundo de los libros es inabarcable y ni yo, que lo único que he hecho toda mi vida es leer, siquiera alcanzo a explorar una mínima parte. Lo digo porque estoy leyendo a Ernest Becker, su inmenso y aterrador La negación de la muerte. Voy por sus páginas alucinado, y encuentro este acercamiento al tema del sexo y la culpa (al que he dedicado mucho tiempo y esfuerzo), que ni siquiera había sospechado y que resulta cruelmente iluminador.
“La solución física al problema de quiénes somos y por qué hemos surgido en este planeta no sirve: de hecho, supone una terrible amenaza (…) Por ello es tan difícil practicar el sexo sin culpa: la culpa aparece porque el cuerpo arroja una sombra sobre la libertad interna de la persona, sobre su «yo real» que, a través del acto sexual, se encuentra por fuerza en un papel biológico estandarizado y mecánico. Aún peor, al yo interior no se le toma en absoluto en consideración: el cuerpo se adueña por completo de la persona. Este tipo de culpa hace que el yo interior se retraiga, y le amenaza con desaparecer.
Esta es la causa por la que la mujer quiere asegurarse de que el hombre: me quiere «a mí» y «no sólo mi cuerpo». Es dolorosamente consciente de que se puede prescindir de su peculiar personalidad interna en el acto sexual. Si se puede prescindir, es que no cuenta. La cuestión es que el hombre por lo general, sólo desea el cuerpo y la personalidad total de la mujer se ve reducida a una mera función animal. La paradoja existencial se desvanece y ya no hay una humanidad característica que pueda reclamarse. Una forma creativa de hacerle frente es, sin duda, permitir que suceda y aceptarlo: es lo que los psicoanalistas denominan «regresión al servicio del ego». Durante un tiempo, la persona se convierte en su yo físico y así queda libre de la paradoja existencial y de la culpa que acompaña al sexo. El amor es la gran clave para este tipo de sexualidad porque permite la caída del individuo en la dimensión animal sin temor ni culpa, sino al contrario, con la confianza y la seguridad de que su libertad interior característica no quedará anulada por una abdicación animal”.

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Jueves, 9 de diciembre de 2021
Un fantasma recorre España, el fantasma de la Reforma de la Constitución. Yo estoy de acuerdo con el fantasma. Antes no. Pero ahora si. He vuelto a leer la Constitución española (a trozos, como leo el libro de Amis) y ¡caramba!, ya empieza mal. Esa introducción timorata y ese Artículo 2, condicionados por la sombra siniestra de los redactores catalán y vasco cuya tarea ¡y qué gran éxito obtuvieron! era rebajar la igualdad de los españoles libres e iguales desde las primeras lineas del documento fundacional.
La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad (ojo a la ausencia de la palabra igualdad) y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de: Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Proteger a todos los españoles y pueblos de España (¿si ya proteges a todos los españoles que pintan ahí los pueblos de España?) en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.
Artículo 2.
La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
Hay que reformar la Constitución. Comenzando por la introducción y por ese Articulo 2 que instala la ficción tribal en el mismo corazón de la Democracia española. Inocular la ficción (o locura) tribal al documento fundacional de la Democracia, y por tanto de la libertad e igualdad de los españoles, es antidemocrático. Hay que extraer a la Constitución la ponzoña tribal.
Sí, refórmenla.

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Miércoles, 8 de diciembre de 2021
Hemos puesto el arbolito y ayer tarde cuando apagué las luces de la casa se quedó titilando en el salón y la luz de la farola en la estrella dorada. En la oscuridad, afuera, maullaba el viento y se me ocurrió que en estos días que tanto me entristecen debería hacer algo inusitado: por ejemplo, bautizar mis huevos. No sé de dónde me vino eso, pero fue en lo primero que pensé en bautizarme los huevos. Nunca me han gustado mucho mis huevos, demasiado largos, los huevos que me gustaría tener son los de mi amigo V., rotundos, recogidos, estéticamente irreprochables, pero mi padre era de huevos largos y la genética es el único dios. Bautizar mis huevos con los nombres de gente que provoque a un tiempo mi maledicencia y mi piedad, a uno le pondría Lucía Méndez y al otro Ada Colau; no sería algo permanente todos los meses cambiarían de nombre mis huevos en enero podrían llamarse Pedro Almodóvar y Meritxel Batet, y en febrero Antonio Lucas y Gabriel Rufián. Uno vive pensando en grandes cosas en perfecciones literarias pero lo que importa verdaderamente es tener unos huevos rotundos, recogidos, estéticamente irreprochables.
Y todo eso lo pensé de pie en la penumbra y al titilar del arbolito y frente la estrella dorada.

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Martes, 7 de diciembre de 2021
En Madrid, una exhibición (Museo Reina Sofía) de Belkis Ayón. Me gustó, al margen de su excelencia técnica y su sombría belleza, porque no parecía obra de un artista cubano. Estaba, o al menos lo parecía, por encima del gentilicio. Caribeño sí, pero eso ya es algo un poco más amplio. La poesía de Aimé Cesaire, seguro. Ni una puñetera palma por todo aquello, eso me agradó especialmente. Nada del tufo tribal que rebaja tantas obras de cubanos, que no tienen nada que decir al mundo moderno y se refugian en un africanismo religioso impostado. Cuando un artista cubano no tiene nada que decir comienza a pintar palmas y paisajitos autóctonos o a regurgitar religiones africanas.
Ayón se mató a los 32 años y eso, al menos para mí, aumenta el atractivo de su obra. Los suicidas son / el único árbol misterioso / que queda sobre la tierra: florecen siempre / y en cualquier estación, decía Arenas con mucha razón. A Ayón la mató el castrismo que mata todo lo sensible lo hermoso lo delicado y lo bueno en esa isla siniestra cada día que pasa más siniestra.

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Domingo, 5 de diciembre de 2021
Antes me saltaba párrafos ahora páginas enteras. Esa frivolidad que exhala una vida la de Amis sepultada por la palabrería. Quiero ver si dice algo importante de su gran amigo Hitchens, hasta ahora (página 303) de Hitchens sólo literatureces y chachareos de niños pijos ingleses. Tengo la sensación de que la vida que pretende contarnos Amis ha pasado por su lado, lo ha dejado atrás, y Amis no se ha dado cuenta. Ayer hice un solomillo al horno con patatas, zanahorias y setas que quedó estupendo; dicen los amigos. Y arroz blanco, y tostones. Y mujeres hermosas y vinos australianos. Y una mamada apoteósica en el alcohólico atardecer. Y hoy por la mañana gran ventarrón y toda la tarde para leer.

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Viernes, 3 de diciembre de 2021
La pelusa de un vientre adolescente. Tu boca en mi pito. El flequillo de Tintín. El batir de las alas de la Victoria de Samotracia. Mi butacón de leer. La cabeza del perrito negro en mi regazo mientras veo la televisión. El balanceo del sillón donde nos dormía mi padre. La primera vez que te vi, y lo supe. La certeza de que el mundo se ordena mientras escribo. El anochecer en el mar el día en que escapé de la isla. Tu cuerpo gustoso con los años cada vez más gustoso. Mi madre cantando las canciones de Panchito Riset. La ternura del muchacho que guardaba bocadillos de jamón y queso bajo la almohada en el Orange Bowl recién llegados a USA, por si se acababan, y Reinaldo y yo diciéndole no se acaban, aquí no se acaban. Tu olor en la ropa. La risa de Totoro. El Gatobus gigante sólo para niños del Museo Ghibli. La mullida luz de fregar los platos de cara al jardín. La tibieza del mar griego. El esplendor que trajo al mundo la ballena de madrugada en la piscina del vecino. El sabor de tus tetas. Las melodías de tu cuello. Las tardes de Aponiente. La piel del recuerdo de mi gato amarillo. La voz del Partenón. Todo eso.
Ya sabía que era imposible describir el cielo de Madrid, pero tenía que intentarlo.

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Jueves, 2 de diciembre de 2021
Del viaje a Madrid lo mejor y más estimulante para mi cerebro, lo de Ferrer delante del Goya de los fusilamientos. Me sugiere pintar una versión (algo más pequeña tal vez, pero no mucho) del cuadro, adaptándolo a la maldición pavorosa es decir a la isla pavorosa. Los fusilados españoles en mi cuadro serían fusilados cubanos (rostros reconocibles, en cierta medida), y en lugar de soldados franceses del Batallón de Marineros de la Guardia Imperial, soldados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias castristas; sería un trabajo descomunal pero grato y vivificante, quizás aún tenga fuerzas para emprender semejante tarea por mi amor a Goya, en primer lugar (o en segundo), y por la venganza que añadiría a mi rica trayectoria artístico-vengativa. En vez del cuartel del Prado Nuevo y el convento de Doña María de Aragón contra el sombrío telón del cielo, la silueta de La Cabaña, fortaleza donde los Castro y Guevara torturaban antes de matar y en vez de un sacerdote tonsurado (Francisco Gallego y Dávila), la gran señora Digna Fernández Cañizares, muerta en combate contra el castrismo el 21 de abril de 1961, en La Habana.
Y en segundo lugar (o tercero) de lo mejor del viaje a Madrid, las alcachofas confitadas con crema de boniato y yema de huevo campero del restaurante Diurno. No olvidar por favor que para mi comer bien (¡y hasta comer!) después de tantos años sigue siendo una forma de venganza.
