Estampas

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La única Justicia respetable, merecedora de ser tenida en cuenta, es la Justicia Independiente. La Justicia Revolucionaria, que es la que impera en Cuba desde 1959 no es Justicia sino Crimen Judicializado. Por eso pinto a todos los fusilados por los hermanos Castro, ya sea un joven universitario, un obrero, un campesino alzado o un militar de Batista. Ninguno de ellos recibió un juicio justo, y sin juicio justo no hay Justicia sino asesinato político. Digo esto porque a veces algunas personas con las que hablo de mi proyecto mencionan la posible culpa de alguno de los ejecutados. Bueno, pero tal vez hubieran criminales de Batista entre ellos, dicen. Sí, tal vez. Respondo. Pero yo pinto a todos los fusilados porque a esos hombres se les aplicó no la Justicia sino la Justicia Revolucionaria y esa Justicia Revolucionaria no era más que infamia y fanatismo asesino de las turbas.


1959. Fusilados. Bruselas. Fotografía de Pedro Portal


Cortesías

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Qué noche emocionante. Allí estaban por fin desplegados noventa de ellos (no fue posible colgar los ciento veinte que traje por problemas de espacio). Me senté a solas un rato, antes del inicio del evento, frente al retablo y exudaba vida ciertamente eso puedo asegurarlo. Después, todo transcurrió de la mejor manera el público numeroso e interesado y María Werlau y los eurodiputados Teresa Gímenez Barbat, Dita Charanzová, Fernando Maura y Javier Nart que expusieron con gran claridad y hasta fervor el espanto de la realidad de la dictadura cubana y creí sentir que no sólo los cubanos presentes sino hasta los muertos en las paredes los contemplaban agradecidos.

Y en cierto momento en que levanté los ojos y miré más allá de los ventanales puede ver los rostros iluminados de los muertos entre una finísima lluvia reflejados en las fachadas de la ciudad.


1959. Fusilados. Bruselas. Fotografía de Pedro Portal.


Cortesías

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Presentamos los retratos de los fusilados cubanos en Bruselas. Digo esto:

Pintar estos retratos ha sido difícil, sobre todo porque honrar a estos hombres era el primer objetivo, y uno se pregunta siempre si estará a la altura. Hasta que se da cuenta de que nunca se está a la altura de algo así, y sigue trabajando sin más, tratando de hacerlo lo mejor posible.

Desde un punto de vista pictórico, he tenido la oportunidad de aventurarme en un género (el retrato) que casi desconocía. Yo no soy un pintor que busca un estilo. Si se mira mi trabajo de los últimos treinta años se verá una gran variedad de temas y diferentes maneras de abordarlos. Esta actitud me ha sido muy útil a la hora de plantearme la tarea de pintar a los fusilados por los hermanos Castro. No he intentado hacer retratos convencionales, eso se ve enseguida, sino acercarme a los rostros (muchas veces borrosos, conservados apenas en viejas fotografías) de forma franca y veloz, con el propósito de crear una imagen pictórica poderosa (y musical, en los mejores casos). He huido de la repetición. Cuando las soluciones se me hacían fáciles, he buscado otras, de ahí que a veces haya gran diferencia entre la manera en que está pintado un retrato y otro. Sin embargo, aspiro a que reunidos tengan un lenguaje común y funcionen como una unidad pictórica. 1959 es un sólo cuadro compuesto por cientos de cuadros.

Pintar tantos retratos es sin duda una tarea colosal, y es algo que marca la vida de un artista y marca su obra naturalmente. He dedicado muchas horas de trabajo, durante años, a esta tarea. Y me he esforzado, como decía antes, para que, visualmente, desde un punto de vista estrictamente estético, estos retratos nos hablen de vida e incluso de alegría, y nos hablen, no de la oscuridad, sino de la luz.

Si ustedes ven hoy en ese retablo de hombres sacrificados un espectáculo de color y vida, entonces es que he tenido éxito porque desde el mismo momento en que comencé a pintarlos, estuve seguro de que sus retratos deberían hablar de lo que estos hombres fueron, y no de lo que se les arrebató.

Porque si bien el tiempo de los asesinos remite siempre a la oscuridad y a la muerte, el tiempo del arte ha de empujarnos hacia la vida y hacia la luz.

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Después de años de trabajo, los fusilados cubanos que he retratado (120 de ellos, para ser exacto) serán exhibidos por primera vez. No es mucho. Es muy poco en verdad. Pero es una pequeña luz que ayuda a disipar la inmensa oscuridad del crimen castrista.

Las emanaciones continuarán en unos días, cuando el emanador regrese de Bruselas.

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Como ando un poco alicaído me pongo a repasar los libros del más grande para animarme un poco. Solo Léautaud, tal vez, a esa altura. Pero hasta que no acabe de leer el Diario, no lo sabré a ciencia cierta. Los escritores en general son unos lameculos y unos vendidos básicamente y encontrar a Bernhard ha sido uno de los más felices acontecimientos de mi vida. Por fin un escritor de verdad. Pero. Bernhard tampoco consiguió escribir sin literatura hizo literatura, de la libre, tan rara, es verdad, pero literatura. Y entonces es que entra en escena Léautaud. Léautaud es otra cosa, tal vez se complementen, ahora que lo pienso. Por el momento prefiero a Bernhard porque insultar para él era una forma de esplendor moral, y además Bernhard era más excesivo que Léautaud. Y hasta el mismo Léautaud reconocía que sin exceso no hay prácticamente nada.

“En individuos, sentimientos y obras, sólo cuenta lo excesivo”

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Se me ha hinchado un ganglio en el cuello y voy al médico. Tiene que ver con el catarro dice el médico, una infección, debo tomar antibióticos. Camino hasta la farmacia. El día gris. Caen unas gotas finas, que no mojan. Uno sólo debe enfermarse si vive su madre y su padre, si no, no. Quién te arropará quién te cuidará Juancito quién te pasará la mano por la cabeza hasta que te quedes dormido, quién.

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Estoy algo acatarrado y tomo unas pastillas y me dan sueño y estaba leyendo hace un rato y se me cerraban los ojos. Cuando no es una cosa es otra: eso es la vejez. Fui a ver al cirujano y todo va bien dice siguen las molestias en la cadera y en la pierna y cojeo y tengo que tomar calmantes pero según él es normal. La nariz tupida sobre todo por la noche respiro por la boca y no consigo dormir. Ya casi no interactúo con mis congéneres los encuentro cada día que pasa más lamentables, pero aún así se las han arreglado para infectarme con un virus o lo que sea que me ha provocado este catarro. Basta con que te descuides un minuto y estás perdido.

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Como ciento veinte retratos han viajado a Bruselas me ha quedado espacio vacío en la pared a la entrada de la casa. Hoy llené un poco ese espacio con los retratos de los niños asesinados por Fidel y Raúl Castro en el Remolcador 13 de Marzo. Pinté nueve aunque fueron diez los niños muertos, el décimo era un bebé y no encontré una foto en la que se viese bien para pintarlo. He pensado que esta pieza se llamará así Remolcador 13 de Marzo y constará de los nueve retratos, que habrán de exhibirse juntos (si se exhiben alguna vez). La mayoría de los niños están riendo y se les ve en general felices, no quiero que estas obras sean tristes y oscuras, al contrario. Porque el rostro que otorga el arte ha de ser uno, y el que imponen los asesinos, otro.

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Por fin las montañas nevadas. Ha tenido que pasar casi la mitad del invierno. Otros años, ya en diciembre, las veo. No iría allí ni aunque me pagaran, yo la Naturaleza lo más lejos posible, pero allá en el horizonte el blanco de la nieve como flotando en mitad del cielo, qué bonito. A veces miro documentales sobre amantes de la Naturaleza lanzándose desde riscos nevados o trepando como cabras por paredes de piedra y me digo qué loca la especie, pero luego recuerdo que en la mayoría de los casos es un asunto genético esa pobre gente no puede dejar de hacer lo que hace.

Y lo que es el cerebro, cuando escribo qué loca la especie pienso en Trump, sale una y otra vez en la televisión Trump y me parece que los analistas están pasando por alto el elemento psiquiátrico de su caso. Yo en su lenguaje corporal veo muy claro que el hombre necesita tratamiento psiquiátrico. Trump no es como Fidel Castro que trasudaba maldad, pero que loco no estaba, Fidel Castro era (qué maravilla poder escribir era) un asesino y un hombre maligno pero no un loco. Sin embargo a Trump no le veo la maldad lo que emana de Trump es grosería y estupidez y una simpleza mental que mete miedo y cierto desequilibrio cerebral. ¿No?

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Hay que tener la cara muy dura para escribir contra el nacionalismo de Trump viviendo, como vive Leonardo Padura, calladito y sumiso a la sombra de la nacionalista dictadura militar cubana. Pero. Si alguien tiene la cara dura en Cuba es Padura (en feroz competencia eso sí con Wendy Guerra y Jorge Perugorría). La integridad intelectual de Padura y la altura moral de Padura se reducen (así cuida su pellejo) a meter lo más profundamente posible la nariz en el culo de su Amo Castro es decir meter la nariz lo más profundamente posible en el envilecedor y asesino nacionalismo cubano patria o muerte. Pero. Eso no le impide condenar el nacionalismo y el populismo norteamericano.

Trump es un patán qué duda cabe, pero tú, Padura, desde un país totalitario al que sirves como una oveja y al que apoyas con tu prestigio intelectual careces de autoridad moral para hablar del asunto.

La vileza de los escritores y artistas cubanos ha alcanzado cotas insondables en estos cincuenta y siete años de dictadura nacionalista en la isla y en esa sima de vileza destaca de manera singular, y muy merecidamente, el escritor Padura.

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