Estampas

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Hoy mientras fregaba algunos platos pensé en el magnicidio otra vez y llegué a la conclusión de que sería formidable formar un cuerpo militar de élite (secreto y bien financiado por filántropos multimillonarios) exclusivamente dedicado a los magnicidios, ay, tan necesarios hoy y siempre. Cuántas vidas no se hubieran salvado en Siria por poner un ejemplo de la actualidad como se dice de haber matado a tiempo a Barhar al-Ásad. Matar a Barhar al-Ásad era y es un acto de pura sanidad moral. Hay que ser un canalla para no reconocer esto.

A mí me da mucha risa cuando los humanistas culogordos europeos pero de todo el mundo en realidad chillan histéricos si uno habla de matar a gente como Barhar al-Ásad, Kim Jong-un (o Raúl Castro, ya puestos). Pero yo pienso siempre primero en los millones de seres humanos que vivirán mejor y a los que Ásad, Kim Jong-un o Castro ya no atropellarán, encarcelarán, torturarán, hambrearán o asesinarán. Y los chillidos de los humanistas culogordos me importan muy poco ¡qué digo! no me importan nada esa es la verdad.

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Termina el juicio a Mas y a sus dos adiposas excrecencias. Jueces y fiscales a sueldo del Gobierno o con sus almitas catalanas primero o simplemente cobardes o imbéciles (o ambas cosas), es difícil determinarlo. La Justicia española, o lo que sea, incapaz de enfrentarse a los sediciosos provinciales y eso que llamamos España haciéndose cada día que pasa más tenue más ridículo y más inexistente.

Yo a partir de ahora, si puedo, me alejaré del tema porque ante un suicida resuelto en este caso España no hay nada que hacer y porque un país que no sabe defender a sus ciudadanos de los enemigos internos y externos naturalmente no merece sobrevivir.

Ah. Y. Por cierto. No creo que la fealdad de esas dos mujeres sea casual.

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Y lo de Pla. ¿Es posible la expresión de la intimidad?, se pregunta Pla. Y la respuesta es no. No. La intimidad no puede ser la espontaneidad pura, si existe tal cosa. En todo caso sería la anotación desprovista de literatura. Si fuera posible, que no lo es. La secreción (banalidad en carne viva) también es literatura. Estamos, creo, por desgracia, ante un problema insoluble. Porque en el momento en que la escribes (o eso piensas) la vida se convierte en literatura. La vida vivida (¡y vívida!) implica, me temo, la ausencia de escritura.


Cortesías

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Vamos a la playa a caminar. Hay que tener cuidado con el perrito porque desde que levanta la pata mea a la gente. Ya he dicho aquí que es un perrito muy listo, muy inteligente. Me sigue doliendo la pierna, cojeo. Estoy hasta los cojones. A la salida del estacionamiento un niño y su bicicleta un niño muy feo no sé por qué la gente encuentra a todos los niños bonitos hay muchos niños horripilantes. El niño en cuestión cinco o seis años como coño voy a saberlo mira al perrito y comienza a hacer muecas de asco. Le daría una patada en la cabeza pero no se puede.

Hay un enorme gentío en la playa, camina, corre, tira pelotas, salta en la arena, toma el sol tumbado. Horroroso. El día eso sí no se puede negar luminoso, pero ni de lejos tan luminoso como Léautaud: “Y cuando un hombre se describe a sí mismo tal como es, con toda la verdad, toda la franqueza posible, siempre es muy bello, tanto peor para los que no lo sienten así. Todos esos son unos canallas, unos hipócritas”.

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Leo sobre el fin de la mili en España el más grande golpe antiespañol del cacique Pujol y los independentistas catalanes. Con el fin de la mili llega el fin de cualquier posibilidad de idea común de un país tan poco país tan fragmentado tan caciquil como España. Con el fin de la mili termina la esperanza de una España unida y habitada por españoles primero y gente del villorrio después. Pujol exigió el fin de la mili y Aznar borrica e irresponsablemente y politiqueramente y muy estúpidamente lo concedió y así eliminó el mayor obstáculo que quedaba (entregada la Educación) para el troceo de España a manos de caciques, separatistas y sediciosos nacionalistas provinciales.

Infatigables sandios. Ciertamente.

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Y en la noche unos imbéciles cosas de fútbol comienzan a hacer ruido. Explosiones sobre todo. Por suerte lejanas debe ser en el centro del pueblo yo vivo alejado del pueblo en todos los sentidos. Como el perro de mi madre cuando tronaba, el perrito corre de un lado a otro aterrado. Se me sube encima y jadea y tiembla y yo lo abrazo a ver si se calma, pero no.

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Ella lee, y el perrito duerme con la cabeza apoyada en su brazo y gime en sueños. Yo lo entiendo he gemido mucho también en esos brazos claro. Pero lo interesante es que al rato ella se marcha a trabajar y el perrito se queda contemplando durante un buen rato el sitio donde estuvo su cuerpo tendido y es como si no entendiera qué es la ausencia.

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Me escribe Espada, debo tener en cuenta que Léautaud, en los volúmenes separados dedicados a lo sexual en su vida, es más explícito, y que esos volúmenes separados no son cosa de Léautaud, sino de los editores. Avatares de la obra de un escritor, después de su muerte. Que no he sido justo con nuestro amado Léautaud. Tiene razón. Por otro lado, es una atrocidad publicar los Diarios eliminando lo que algún editor consideró en su día explícito, inapropiado o indecente. No se lee igual el Diario purgado. Casi me atrevería a decir que es otro libro el Diario purgado.

¿Por qué los editores de ahora, que, supongo, viven ya en nuestra época, siguen publicando una versión purgada del Diario?

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Sigo leyendo a Léautaud, después de comer sobre todo ella tendida en el sofá y yo a la mesa con mi té sencha y acodado y pensando que con lo de la operación y los dolores remanentes hace bastante que no le como el coño, con lo que me gusta. Leo lo que escribe Espada sobre Léautaud. Pero. ¿La vida salir y entrar? ¿Dónde? Sólo la literatura permite entrar y salir, pero ya no es la vida. La vida sólo tiene una salida y es definitiva. Y luego lo de la intimidad triunfante. No sé. Yo echo en falta intimidad en Léautaud. ¿Se masturba? No lo sabemos. Y esa aventurilla que a veces menciona de pasada con un jovencito, qué, ¿se la chupó? ¿le gustó? ¿qué tiene que decirnos sobre ese hecho tan particular? ¿Nada? Me he leído ya quinientas páginas y aún no sé qué le gusta hacer con el Azote; a veces menciona sus vicios lo que hace con ella que no podría hacer con otras. Ya. Pero qué. Que quiera ver a Fernande Olivier desnuda es poca cosa, la verdad. Y además no creo que esté todo lo que pensó lo que imaginó lo que deseó mientras hablaba con ella. La intimidad es sexual, en gran medida. Lo que piensas sobre sexo, y haces, pero sabes que no se debe decir. De eso no hay mucho en el Diario. Al menos en estas quinientas páginas que he leído. Y hay que tener en cuenta que se trata de un hombre que pregona cada dos por tres que no le importa para nada la opinión de los demás. Bien. Por otro lado. Ya sé. Un hombre está en su época.

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Y a propósito del famoso programa de televisión me quedé un rato pensando en qué sería un euskaldún. No crean estuve como diez o quince minutos cavilando. Pero. Nada. Terminé sin tener la menor idea de lo que es un euskaldún. Sin embargo, tuve mejor suerte con lo de las euskaldunas. Enseguida me dije una euskalduna no puede ser otra cosa que una abertzale, pero menos fea. Yo no sé ustedes pero a mí me es imposible distinguir a una mujer abertzale de un ornitorrinco.

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