Estampas
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Sábado, 1 de diciembre de 2018
Ayer presentamos, el amigo Sergio Campos y yo, el libro de Enrique Castro Delgado. Hablamos de la violencia, del hambre, de la delación, es decir hablamos del comunismo. Público inteligente y leído, que se agradece. Después nos fuimos a cenar al Gresca. Hay una barra nueva, muy bonita, y han hecho cambios en el menú. En el Gresca se come muy bien, platillos sorprendentes pero uno tiene que comer mucho pan y en un restaurante tan caro eso no está bien. Antes servían un arroz con bacalao fabuloso y el menú en general era más realista, ahora el menú se ha hecho más abstracto y se le notan las ganas de artistear. El resultado es un pollo crudo antes de los postres, lamentable. Los vinos tremendos, sobre todo el primero, como es tradición. La compañía insuperable. La noche ejemplar.

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Viernes, 30 de noviembre de 2018
En el mercado a mis verduleras les han impuesto unas bolsitas de papel feas y frágiles para que los clientes no usemos bolsitas de plástico. Ya le he dicho a mis verduleras que yo nada de bolsitas de papel yo sólo bolsitas de plástico. ¿Hasta cuándo van a estar los políticos metiéndose en nuestras vidas? Ya lo dijo Sofsky: “Todo poder pretende ampliar su zona de dominio. Intenta adueñarse hasta del último nicho libre. Consigue solidez y fortaleza cuando seca las fuentes del sentimiento de oposición y los hombres se transforman en amables vecinos y súbditos dóciles”. No uso ni usaré bolsitas de papel para meter mis patatas y boniatos y zanahorias y puerros y tomates porque no me sale de los huevos, sólo bolsitas de plástico transparente uso y usaré. A la mierda las bolsitas de papel.

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Jueves, 29 de noviembre de 2018
El domingo, elecciones en Andalucía. A mí me gustaría que ganara Ciudadanos que es el partido más moderno y sensato, o lo parece, de la política española. Le falta llevar en su programa la abolición de las autonomías, pero todo llegará, supongo. Ya casi no se puede tomar en serio a un partido político español que no lleve en su programa de gobierno la abolición de las autonomías. Las autonomías son una potala para España. Sin autonomías España sería un país mucho más rico y mucho menos corrupto (menos gente a robar) y también más fuerte frente al empuje creciente de la demencia tribal. Mis simpatías están con Ciudadanos, y espero que gane o que saque muchos escaños etcétera. El problema que le veo a Ciudadanos en Andalucía es el candidato, un hombre gris hasta la inanidad. Un hombre además feo y soso y con una voz lamentable (voz lamentable sólo superada por el señor Villegas, por no salirme de Ciudadanos). Desgraciadamente, estos aspectos a primera vista triviales son muy importantes en la política moderna que es muy trivial y bruta y de revista de colorines. Creo que si Arrimadas fuera la candidata en Andalucía, Ciudadanos obtendría mucho mejores resultados. Pero. A pesar de su horrible candidato, les deseo lo mejor.

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Miércoles, 28 de noviembre de 2018
He escrito una trilogía de novelas que tratan, de eso tratan no se dejen engañar ni siquiera por mí, de que la vida es insoportable. He imaginado y puesto por escrito de manera inmejorable, rutilante me atrevo a decir, de manera jamás vista, un mundo futuro sin muerte un mundo de Entretenimiento y juventud y salud y perennes e inagotables posibilidades ¡un mundo sin culpa! y aún así, en la tercera novela el personaje principal es un hombre que busca la muerte quiere cesar anhela acabar no ser más y busca la muerte como hoy en día nosotros hombres primitivos y en consecuencia mortales buscamos la vida. En ese mundo mío imaginado y escrito, y por lo tanto ya incrustado en el proyecto fundamental de la especie, hay hasta un juego llamado Impunidad Total, que es como su nombre indica el mejor juego jamás inventado. Pero eso no disuade a mi personaje.
Nuestro propósito fundamental como especie ha de ser, claro, huir a las galaxias, pero también inventar un tipo de Entretenimiento que sea capaz de extinguir, en eso que llamamos humanidad, el anhelo de paz y silencio definitivos.

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Martes, 27 de noviembre de 2018
Bertolucci era un cineasta intelectualmente gordo, ampuloso y rimbombante como todo comunista (nunca quieren salvar a cada hombre siempre quieren salvar a la Humanidad). El producto típico de una juventud europea boba y culogorda, hay que ser bobo y culogordo para tomar a los más grandes asesinos de la Historia de la Humanidad (Lenin, Stalin, Mao) por adalides del Progreso y la Libertad. Novecento, por verle el pitico a De Niro (qué decepción), pero repugna todo aquello de los Obreros y el Pueblo y el Proletariado, pura Sacralización de la Turba Ideologizada. Siempre me aburrió Bertolucci, excepto en Soñadores y eso porque me paso la película esperando por las fabulosas tetas de Eva Green. Qué mujer. En cuanto al famoso Tango, qué puedo decir, un total desperdicio poner al gran Brando a soltar chorradas existencialistas mientras va de aquí para allá como un zombi. Y en lo referente a la escena de la mantequilla (mantequilla que jamás nadie que le guste follar por el culo ha usado, la saliva es el mejor lubricante como se sabe), tan hueca yo siempre he pensado que es así porque es la escena que mejor refleja la majadería intelectual y estética de Bertolucci.
Cierto que la belleza de María Schneider hace el bodrio hasta cierto punto soportable. Pero. Tampoco es para tanto.
Para saber lo postalita y lo poca cosa que era Bertolucci sólo hay que ver una película de Visconti. Visconti es el cine, Bertolucci la cháchara.

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Lunes, 26 de noviembre de 2018
Acabo de leer Mi fe se perdió en Moscú, el libro de memorias de Enrique Castro Delgado, un comunista español que huyó al paraíso soviético al concluir la Guerra Civil. Castro Delgado no es un hombre inocente, tuvo un papel destacado en el terror comunista que se impuso en el Madrid republicano, pero es un hombre honrado. Cuando creía en las monsergas comunistas las defendió hasta el crimen, cuando dejó de creer en ellas, al constatar la verdadera naturaleza del comunismo, lo denunció con valor y eficacia en sus libros y artículos de prensa. Es uno de los raros casos de comunistas españoles, acaso el único, que confiesa sus crímenes. Castro Delgado describe la atmósfera de terror y asfixia moral que caracteriza a los países envilecidos por el comunismo con minuciosidad implacable, con veracidad irreprochable. Lo sé, porque yo he vivido esa atmósfera de terror y de asfixia moral. La lectura del libro de Enrique Castro Delgado me produjo una angustiosa sensación que los años de vida en libertad casi habían borrado: la de ser un animal que vive cada minuto a merced de inmensas fuerzas implacables, y a la espera de ser definitivamente aniquilado por esas fuerzas inmensas e implacables. Sólo un libro verdaderamente poderoso es capaz de provocar algo así.
Tengo el placer de acompañar al amigo Sergio Campos en la presentación de Mi fe se perdió en Moscú en Barcelona. Será el próximo viernes y están todos invitados.

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Domingo, 25 de noviembre de 2018
Sin Bartolo Tres Patas no hay castrismo. Según mis investigaciones, desde el mismo inicio de la Revolución los Castro advirtieron el papel crucial que podía desempeñar Bartolo en el campo diplomático, como se dice. Sin Bartolo Tres Patas el castrismo no hubiera durado nada. Los éxitos de Bartolo son decisivos. Piensen en aquello del Papa Juan Pablo II que tanto hizo y sigue haciendo por el castrismo… que “el mundo se abra a Cuba”. Más claro no puede estar. ¿Alguien cree verdaderamente que la política española hacia Cuba sería la misma si en Cuba no hubieran negros bien dotados?
Los mayores triunfos de la diplomacia bartólica se deben a entollamientos de senadores y congresistas norteamericanos, mandatarios europeos, españoles sobre todo (lo de Fraga y Bartolo por ejemplo merece emanación aparte). Esos empalamientos han sido fundamentales para la permanencia de la Revolución. Bartolo, además, ha sido crucial en el frente intelectual nacional y extranjero. Mencionaré a unos pocos entollados: Norberto Fuentes, Miguel Barnet, García Márquez, Rafael Alberti (que se volvió marinerito después de su encuentro con Bartolo) Cortázar, Sartre (que llegó a querer casar a Simone de Beauvoir con Bartolo para llevárselo a Francia, un plan que de inmediato frustró Raúl Castro, por motivos obvios) y la práctica totalidad del llamado boom latinoamericano para no hablar de Benedetti, Galeano o Ernesto Cardenal que deben toda su inspiración al empuje de Bartolo.
Bartolo Tres Patas es el gran personaje de la Revolución. Yo lo he pintado varias veces, por cierto. Pero lo que quería desde aquí es exhortar a nuestros intelectuales y artistas y en especial a nuestros ensayistas e historiadores a ocuparse de este personaje que tan importante ha sido y es para la Historia de Cuba.
Vamos, no sean vagos.

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Sábado, 24 de noviembre de 2018
Leo en el Diario de las 169 Portadas, también conocido como El País, que el escritor Padura se entrevistará con el presidente Sánchez durante su visita a Cuba. Cosa que me ha sorprendido y alarmado. Toda persona mínimamente informada de los asuntos cubanos, sabe que para reunirse con un mandatario extranjero todos los participantes en la reunión (incluyendo al mandatario, claro) deben pasar primero por Bartolo Tras Patas, máximo negociador y verdadero jefe de la diplomacia cubana. Y. ¿Alguien cree verdaderamente que el menudo Padura puede alojar la trompa de Bartolo Tres Patas sin sufrir daños físicos y mentales considerables, tal vez irreparables? Yo no lo creo. De ahí mi alarma. Cierto que Padura es algo culón, pero no creo que eso lo salve. Téngase en cuenta que Bartolo mandó al hospital al Papa Francisco todo un mes y a Benedicto XVI mes y medio; Bartolo fue la verdadera causa del retiro inesperado de Benedicto, para que se informen.
Como todos sabemos yo me paso la vida burlándome de Padura e insultando a Padura por esbirro y por su condición de lameculos castrista. Pero eso no quiere decir que quiera verlo desfondado por Bartolo y hospitalizado e imposibilitado de escribir sus bodrios y de pasear por el mundo su cara de ratón amnésico. Lo cierto es que no le deseo ningún mal al pobre tarado.

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Viernes, 23 de noviembre de 2018
Los viernes hago la compra porque el sábado en casa se cocina mucho y en eso llego a la verdulería y me encuentro a mi verdulera la esbelta atragantada con algo y le digo pero mujer qué te has metido en la boca y ella trata de respirar y yo sigo te ves muy bien atragantada y ella tiene los ojos húmedos por el esfuerzo y cuando acaba de tragar gesticula aliviada y sonríe y me dice, pero al final me lo trago todo papi y yo naturalmente quedo deslumbrado, maravillado, y ya saben ustedes qué me hubiera gustaría hacer en tan sublime momento pero la vida nunca es como debe ser.
Y ya en casa llego al teclado y antes de empezar miro por la ventana como siempre y ya casi se ha quedado sin hojas la hiedra y pienso en que hoy iba a escribir sobre Bartolo Tres Patas, Lameculos Padura y el Doctor Sánchez. Pero. No. En la vida hay que saber qué es lo importante.

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Jueves, 22 de noviembre de 2018
Yo a mis perritos los mimo mucho les doy hamburguesas y de casi todo lo que como y hasta jamón del bueno les doy. Esto lo hago, creo, porque los perros en mi casa de la isla pavorosa después que nos liberaron pasaban mucha hambre. Y muchas calamidades en general aquellos pobres perros, recuerdo que me pasaba la vida quitándoles las garrapatas y las pulgas la única manera de hacerlo era sentarse con el pobrecillo y quitarles una a una aquellas alimañas que les sacaban la poca sangre que tenían. Ni yo ni mis hermanos queríamos hacerlo pero Mima insistía. Entonces yo buscaba una piedra y me sentaba en el escalón del fondo de la casa y cuando le arrancaba una garrapata al pobrecillo la aplastaba con la piedra. A las pulgas, pequeñas y duras, las partíamos con las uñas. También, a veces (medicinas no había) usábamos la pulpa de una güira para matar a las garrapatas. No servía de mucho. También se usaba para los piojos y cuando cogíamos piojos nos ponían la pulpa de la güira en la cabeza y nos la cubrían con un pedazo de plástico. Aquello no nos gustaba nada, pero Mima nos obligaba. Después andábamos nosotros y los perros chorreando tinta negra varios días porque no se lavaba fácilmente aquella pulpa de güira. Nuestros perros allá en la isla liberada se murieron todos de hambre, bueno todos no a Negrito lo envenenaron los vecinos. Tratamos de salvarlo dándole el único poco de leche que quedaba de la cuota, pero no pudimos. A los perros los enterrábamos en el patio y cuando llovía yo me ponía en la ventana a mirar la tierra anegada y los imaginaba allí abajo en el fango fríos y mojados y eso me provocaba un gran espanto. Por todo eso, creo, a mis perritos ahora les doy hamburguesas, queso italiano, gambas, pollo frito y hasta salmón y jamón del bueno les doy los mimo mucho.
