Estampas
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Miércoles, 17 de octubre de 2018
La tristeza de ver las fotos me hizo pensar en la estupidez y la cobardía de los buenos y en el éxito de los malos y en que los malos avanzan imparables. Cuánto no ha costado la cobardía de USA y del mundo y la ceguera y la estupidez del mundo, me refiero a eliminar el cáncer castrista en sus inicios. Cuánto no se hubiera impedido el avance de los malos con una invasión a tiempo. Yo estaba en el servicio militar obligatorio en esos años y hasta los soldados suspiraban por una invasión norteamericana que nos librara de los malos. Nunca llegó. Y así avanzó el cáncer castrista que no sólo destruyó la isla y destruyó a los cubanos sino que se extendió por toda Hispanoamérica y ahora amenaza España, bueno, ya ha llegado al Gobierno de España gracias al PSOE y mediante Pablo Iglesias supuración cancerígena de la embajada cubana. Y así en unos años estas casas pintadas y estas calles asfaltadas y hermosas de España se convertirán en las calles de la foto y el cáncer castrista cubrirá España.
Pero. Aún tengo la esperanza de que los españoles no sean tan miserables y tan cobardes y tan mierdas como los cubanos y el ejército español no sea tan vendido como el cubano y no lo permitan.

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Martes, 16 de octubre de 2018
Me manda mi hermano dos imágenes de la infancia. Una de la Iglesia de Jesús del Monte en 1925; cerca de esa iglesia, vivía una de mis abuelas y una hermana de mi madre. Y la otra la calle de Marqués de la Torre (de 2008, diez años después será todo mucho peor), a la que daba una escalinata, ahora en ruinas, que conducía a la iglesia y de la que tenía buenos recuerdos: una calle asfaltada de cuidadas aceras y casas pintadas un típico barrio civilizado de clase media obrera de la Cuba republicana. Véase a qué la ha reducido el fidelismo el castrismo el socialismo y el comunismo. Me ha provocado una gran tristeza ver esos paisajes conservados en mi cerebro y ahora completamente envilecidos por la Revolución libertadora. Toda revolución social es degradante y siniestra y la cubana la más degradante y siniestra de todas. No me canso de dar gracias al dios de la fuga el único que existe por haber escapado de la isla y no me canso de lamentar que no se haya bombardeado e invadido a tiempo la isla e incluso lamento que no se le invada ahora mismo, aunque ya aquello no tiene remedio.

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Lunes, 15 de octubre de 2018
Ahora (de un tiempo acá) los días grises y la humedad ambiental y por supuesto la lluvia llaman a mi cuerpo. Es decir que a la grisura la humedad y la lluvia corresponden unas sensaciones de agarrotamiento y dolor en la pierna izquierda y en la rodilla izquierda y adormecimiento también este último en el tobillo izquierdo y en la planta del pie, izquierdo. La izquierda siempre enemiga hasta en esto. La pierna derecha nunca me ha dado problemas, a mi eso me lo dice todo ideológicamente. Llovió cerrado otra vez y se metió la lluvia en su cubículo pero mucho antes de que lo hiciera, a efectos de su llamada, paseando a los perritos en el parque el músculo recto anterior el sartorio y el sóleo y el gemelo eran hormigueros y el fémur un rumor calcáreo. Todavía faltaba bastante para que empezara a llover y ya mi cuerpo era un presentimiento.

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Domingo, 14 de octubre de 2018
En mi barrio había también un mariguanero, Un mulato flaco, Juan Almeida, que con el tiempo llegó a Comandante de la Revolución. Era el negrito de la Revolución, Almeida, a pesar de que era sólo mulato. La Revolución siempre fue y es blanca, y Almeida era como el negrito de muestra. Lo exhibían en todos los actos. Pasados los primeros años, el Comandante Almeida se metió a compositor y los mejores cantantes del país cantaban sus espantosas canciones. Y siempre se le podía ver cuándo los Castro lo necesitaban, en la tribuna o en televisión, para apoyar alguna de sus tropelías o el fusilamiento de un infeliz. Cuando en el barrio veíamos pasar al mariguanero Almeida pensábamos que no se podía caer más bajo y que no se podía ser algo peor que el mariguanero del barrio.
Pero se podía.
Pronto. El gen de Dios. Mi mejor libro (tal vez).

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Sábado, 13 de octubre de 2018
En el barrio había un borracho, El Moro, un hombre muy apuesto y moro, no mulato ni negro ni jabao, moro. Pero no árabe, volví a ver gente como él muchos años más tarde, en la India. Algo raro en Cuba, un moro de estos, tipo indio. A mí me caía bien El Moro. Un día venía dando tumbos y se cruzó con Regla, una niña (tendría trece años) con unas tetas enormes a su temprana edad y El Moro le soltó un piropo beodo pero gentil en aquellos años no se decían apenas piropos groseros, y Regla le soltó algún insulto la niña tenía tremenda lengua. Y una señora que había presenciado la escena le espetó a El Moro desde un portal en la acera de enfrente: ¿Pero no ves que es una niña? Y El Moro que ya había comenzado a alejarse dando tumbos se volvió y le respondió con su típica voz de borracho: ¡Unaaa niiiñaaaa, una niiiiiña con esas teeeetas! Y esa se convirtió en una de las anécdotas clásicas que contábamos una y otra vez bajo la luz del poste de la esquina los muchachos del barrio y nos reíamos mucho.
Yo conocía a Regla y era una niña para algunas cosas y para otras no, como lo éramos todos en el barrio a esa edad, y aquellas tetas que tenía no eran nada infantiles esa es la verdad.

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Viernes, 12 de octubre de 2018
Un día como hoy como se dice llegaron los españoles a América. Qué maravilla, llegó con ellos la Civilización no me canso de celebrarlo y agradecerlo. Y llegó sobre todo el formidable idioma español. Gracias, España. No se crean nada de las historias idílicas de la vida de los indígenas de América eran salvajes que se comían unos a otros y esclavizaban y sacrificaban a propios y enemigos en ceremonias bestiales. Y los que no hacían eso languidecían en el atraso y la ignorancia. Y sobre todo no crean nada a los intelectuales y novelistas (esa crápula) que pintan a esos indígenas como personajes románticos, de telenovela. Menos mal, que llegaron los españoles, que llegó España.
Hoy estuve mirando un rato el desfile y vi al Rey, tan apuesto y varonil y gran valladar ante el avance del fidelismo-chavismo (Pablo Iglesias y su tonto útil Sánchez) que amenaza España. Veía los tanques y los aviones y los regimientos fuertemente armados y entrenados y me entró cierta confianza. El Rey es el Jefe Supremo de la Fuerzas Armadas y no permitirá jamás que caiga España en manos de los facinerosos del fidelismo-chavismo. El Rey no olvidará que, al final, lo que salva siempre la libertad y evita la esclavitud es un pelotón de soldados.
No lo olvide, desde aquí se lo digo, Majestad.

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Jueves, 11 de octubre de 2018
Admiro a Chávez Nogales, un periodista importante. Pero. He leído ¿Qué pasa en Cataluña? y me parece demencial. La manera en que habla de los catalanes es la de un alucinado. El tono del libro no es el de un periodista es el de una cheerleader. “En ninguna región de España se sabe lo que es el entusiasmo popular si no es en Cataluña”. “No basta decir que los catalanes son gente fervorosa y propicia a la exteriorización de sus sentimientos. Hay que reconocer que esos sentimientos que los catalanes exteriorizan de una manera tan contingente son típicamente multitudinarios y, en la medida de lo posible, unánimes”. “Fuera de Cataluña esa multitud a que se refieren los periodistas suele ser simplemente un grupo, una parte del pueblo más o menos considerable, pero nunca el pueblo mismo entero y verdadero”.
Impresionante. En ningún otro sitio, sólo los extraordinarios catalanes saben entusiasmarse. Proclama enfervorecido Nogales. Leer eso, yo que siempre he visto a los catalanes bastantes muermos. Fuera de Cataluña ningún pueblo entero y verdadero, sólo en Cataluña. Esto sí es un pueblo. Este libro ayuda a entender la relación enfermiza de los españoles del resto de España con los catalanes. No es que los catalanes se crean racialmente superiores, es que los otros españoles los tratan como si fuesen racialmente superiores.
El libro se lee en un rato, se los recomiendo. Qué pasa en Cataluña. Bueno, pues que mucha gente se ha creído la superioridad catalana que vende en este libro Chávez Nogales.

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Miércoles, 10 de octubre de 2018
Cuando salí de la granja de castigo me ofrecieron un trabajo en una termoeléctrica y tuve que aceptarlo o si no me mandaban otra vez a la granja de castigo. En la termoeléctrica hice un amigo, un mulato alto y flaco muy joven con una polla enorme que no se le ponía dura y me la enseñaba a cada rato e intentaba hacerse una paja y me decía mira mira nada, y sufría el pobre porque no podía follarse a su novia una mulata fabulosa que yo la vi. Después de un tiempo en la termoeléctrica pude, gracias al padre de mi mujer, conseguir el traslado a la empresa de Ómnibus Urbanos. La empresa tenía una carpintería en la calle Diez de Octubre y no recuerdo por qué (nada bueno sería) me mandaron a trabajar allí unos meses. Con la ayuda del jefe de la carpintería, un hombre bueno, fui fabricando palito a palito maderita a maderita la cuna de mi hijo que estaba por nacer. La gran Revolución también nos liberó de las cunas, sí. Aquella era una actividad prohibida y contrarrevolucionaria (usar los recursos del Pueblo para asuntos personales) así que sacaba ocultos entre la ropa o a horas intempestivas las piezas para posteriormente armar la cuna. Robé un poco de cola también y unos tornillos y un trocito de papel de lija usado, las hojas de papel de lija estaban bajo llave. Y de esta manera cuando llegaba de madrugada a casa y me detenía a ver dormir al niño el niño dormía en una cuna y a veces al verlo a pesar de vivir dentro de una gigantesca prisión yo en la oscuridad sonreía.

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Martes, 9 de octubre de 2018
Llueve cerrado, como si la lluvia estuviera dentro de un cubículo y no pudiera salir. Cuántas veces llegué a casa bajo una lluvia así en la madrugada y fui a la cocina y busqué un pedazo de pan viejo en la bolsa y le quité con un cuchillo el moho verde y lo tosté en el reverbero y le puse un poco de azúcar por encima y cené en silencio, empapado. La gran Revolución nos había liberado también de los paraguas, sí. Y después me sequé con el trapo que hacía de toalla y antes de acostarme estuve un rato junto a la cuna viendo al niño dormir. Tendré que hacer alguna vez la historia de la cuna. Ya sé que la lluvia no es la misma lo que pasa siempre pasa definitivamente, pero lo parece. Y después me pegaba a su cuerpo joven y tibio y afuera la lluvia en su cubículo y yo en la gigantesca prisión me dormía.

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Lunes, 8 de octubre de 2018
Y otra cosa sobre la entrevista a Heberto Padilla. Nunca he entendido por qué se refieren a la Revolución, como hace Padilla en la entrevista, como a una especie de ser sobrenatural y ajeno a las personas y a la vida de las personas, y en consecuencia con derecho a decidir sobre la vida y la muerte de las personas. Nunca he logrado entender esa estupidez. El asunto en una Revolución siempre eres tú, no la Revolución. Para mí una Revolución nunca vale ni la plasta de mierda pegada en la suela del zapato de una persona. Un vuelco político, un cambio de dirección en el orden social, sólo tiene sentido en relación al bienestar y a la libertad individual (siempre individual) que sea capaz de hacer posible para disfrute y prosperidad de los ciudadanos de un país. Todo lo demás es dictadura y mierda y crimen y sombra.
