6138
Martes, 28 de octubre de 2025
Veo una foto del vicepresidente de Estados Unidos J.D.Vance durante su visita a la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, y me viene al cerebro lo que escribí sobre ese lugar cuando viajé a Israel:
Sábado, 17 de enero – Israel (5). Si se quiere visitar el manicomio más singular del mundo, hay que venir al Santo Sepulcro. Atravesamos las feas callejuelas de la ciudad vieja y llegamos al escenario de la crucifixión muerte y resurrección de Jesús. Dicen. No más entrar, uno se encuentra con la piedra donde prepararon el cuerpo de Jesús para la sepultura. Dicen. Allí la multitud se postra y frota contra la piedra sagrada toda suerte de objetos, trapos, joyas, libros, amén de tocar y besar la piedra y y verter sobre ella un aceite o colonia de olor dulzón. A la derecha, hay una escalera que conduce al lugar donde (dicen) crucificaron a Jesús, el famoso Gólgota. Allí sigue la cola de gente que se agacha y mete la cabeza en una especie de cubículo donde estruvo (dicen) prisionero Jesús y la gente reza y solicita milagros y cosas por el estilo, supongo. El templo está controlado por seis diferentes tipos de cristianos, que se detestan (iba a poner odian) y se vigilan de cerca para que uno no invada la parcela de iglesia perteneciente al otro en lo que constituye una muestra más de la concordia el amor y la compasión que caracteriza los cultos religiosos. A cada rato estalla una gresca por los motivos más insólitos.
Vuelvo a sentir el toque Disney, lo único que falta aquí es que en la puerta te reciba un muñeco de Jesús gigante.
Vago por allí un poco y me deprimo como de costumbre ante el espectáculo de la especie renunciando por temor a la muerte a todas las conquistas de la razón.
A la salida del lugar, cierro los ojos y alzo el rostro para que me dé la luz del sol. Después, miro amorosamente a los soldados israelíes que están por todas partes asegurándose de que estos cristianos piadosos no se peleen y tengan la religión en paz, y me digo que si alguien necesita alguna prueba de la grandeza de la democracia israelí solo tiene que venir aquí.
Debería armar (nunca mejor dicho) un librito con lo que he escrito de mis viajes por el mundo, sería una lectura entretenida, también divertida. Creo.












