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Lunes, 22 de septiembre de 2025

No pretendo ofender a los maricones yo mismo soy maricón en mis ratos libres, como se sabe, pero tengo la impresión de que a Carlos Manuel Álvarez hombre nuevo cubano la mariconidad le ha invadido el cerebro en tal grado que es justo concluir que piensa ya con el culo. Ahora resulta que Charlie Kirk se suicidó (“el hombre blanco matándose a sí mismo”). Y que todos somos fascistas, excepto él y Raúl Castro, y los musulmanes, y los pardos y los negros, supongo. El hombre blanco estadounidense es el Mal, tomen nota.

Yo soy ateo, así que no podrán decir que sangro por la herida religiosa. Pero los cristianos no lapidan mujeres, ni extirpan clítoris ni entran en salas de baile y disparan a los allí reunidos, ni ponen bombas en mercadillos ni lanzan coches contra apacibles viandantes ni cometen genocidios (7 de Octubre) ni se casan con niñas de siete años en nombre de su Dios. Ni matan, ya que estamos en esto, a miles a machetazos por asuntos tribales. Lo que quiero decir, es que espero (sentado) una mojiganga neocomunista como ésta pero contra los musulmanes que invaden el mundo civilizado, léase Occidente, y cuyo objetivo declarado es exterminar a los infieles (léase el hombre blanco civilizado occidental) e imponer sus grotescas, oscurantistas, estúpidas, criminales, homófobas y misóginas costumbres y creencias.

Ya el mundo cultureta de la izquierda cubana emigrada (los exiliados son otra cosa) tiene en Don Carlos a su Ché Guevara de bolsillo. Y abajo el imperialismo yanqui y crear dos tres muchos Vietnam siguen siendo las consignas.

Coda. Sé que algunos pensarán que mi respuesta a lo escrito por Carlos Manuel Álvarez no es seria. Y tienen razón. Pero es que no todo el mundo merece una respuesta seria.

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© Juan Abreu, 2006-2019