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Jueves, 4 de septiembre de 2025

En la Toscana, amén de Saroyan, leo a Emanuele Trevi, su libro sobre Pasolini y su gran amiga y actriz fetiche, Laura Betti (la Loca). Leo a Trevi a instancias de amigos jóvenes, sí, aún hay jóvenes que leen y leen bien y hasta prefieren leer libros de papel, lo que me reconforta, aunque sospecho que la batalla de la lectura es una batalla perdida. Trevi es un escritor muy inteligente. Algo escrito, así se titula su libro, es una lectura estupenda, alimenticia, muy recomendable, a ratos iluminadora:

“No hay riesgo más grande que el que corre quien acepta no ser otra cosa que él mismo, «de carne y hueso», como un animal, un dios, un condenado a muerte”.

“La verdad es que todos y cada uno de nosotros, a poco que nos empeñemos, podemos aprender a usar las tintas que más aptas sean para realizar nuestra tareíta y llamarnos escritores. Pero en el verdadero tintero, el que usan los grandes, hierven materias muy distintas: sangre y esperma y materias fecales y todos los demás fangos en los que pululan deseos y aspiraciones y recuerdos más vastos y oscuros que cualquier palabra, que cualquier conversación. En eso, por mucho que la afilara, no llegaba a mojar la punta de mi plumita. Y por eso estaba seguro de que la Loca, aquel ser imposible, aquel castigo viviente, podía enseñarme algo precioso, algo que yo no podría seguir fingiendo ignorar”.

Ya les dije que era un escritor muy inteligente.

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© Juan Abreu, 2006-2019