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Lunes, 28 de julio de 2025
Paso junto a la peluquería donde llevaba a mi perrita. Y la veo, como cada vez que paso, metida debajo de la mesa de un bar cercano, temblando. No le gustaba cortarse el pelo y mucho menos el baño adjunto y se refugiaba allí con la vana esperanza de librarse de aquel ritual aterrador. La veo debajo de la mesa y siento una enorme pesadumbre. Por qué siento tanta pesadumbre por ella ( un cáncer la mató hace un par de años) y no por tantas personas que he conocido y a quienes también alcanzó la muerte de una manera u otra. Me pregunto. Y me respondo que debe ser porque mi perrita era completamente inocente y no existe ningún ser humano del que podamos decir lo mismo.
