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Domingo, 6 de julio de 2025

Libros que antes, en mi juventud, leí con pasión, gran respeto y avidez intelectual, ahora los encuentro aburridos y sobre todo, mentirosos. Me pasa con obras en general consideradas “literatura seria”. Cierto es que contemplo la posibilidad de que a esa literatura no le haya pasado nada, que al que le ha pasado es a mí. Quién era aquel lector y quién es este lector. Pero esto no altera el hecho de que toda una montaña de libros que fueron importantes para mí, escritos por “grandes escritores”, ahora los encuentro ilegibles.

Es un tema que me interesa. Tanto, que a veces hago experimentos. Por ejemplo, hace días recordé por algún motivo a Karl May, aquel alemán que escribía libros ambientados en el oeste americano. Yo devoraba entusiasmado sus libros en mi hambrienta (en todos los sentidos) juventud. Pues bien, compré un Karl May (El cazador de las llanuras) a ver qué pasaba. Y lo he leído de un tirón con el mayor gozo. Gozo infantil y juvenil, limpio y sereno.

¿Y si lo único verdaderamente importante es el placer de leer?

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© Juan Abreu, 2006-2019