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Lunes, 1 de abril de 2024

En el último salón de la exposición de Rothko, sus postreras piezas bipolares; acompañadas por esculturas de Giacometti. Una idea brillante. La calidad de líquido soñado de las pinturas se complementaba de la mejor manera con la suprema desnudez de las esculturas. Los rothkos hablaban del flotar doliente de la experiencia humana, mientras que los giacomettis nos enfrentaban al ríspido hueso lúcido de la humanidad.

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© Juan Abreu, 2006-2019