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Lunes, 11 de marzo de 2024

En mis viajes a Madrid en los últimos años siempre en tren qué ciudad maravillosa cada vez más maravillosa Madrid, padecía al llegar y marcharme un retortijón estético y moral al ver el cesto de basura invertido que habían construido para recordar a las víctimas del 11 de marzo de 2004. El bodrio era una ofensa a los muertos y heridos en el atroz atentado terrorista, perpetrado por religiosos musulmanes, en la capital española. No tardó mucho la izquierda en convertir a otros españoles en culpables de la masacre y disculpar a los terroristas religiosos musulmanes. ¡Nos lo merecíamos! ¡Somos muy malos! El masoquismo español no tiene límites. Tardaron tan poco en auto inculparse por las bombas en los trenes de Madrid, como en dejar pintadas (yo las vi) en Las Ramblas de Cataluña contra la islamofobia, después del atentado del 17 de agosto de 2017. Pintadas, no contra los terroristas religiosos musulmanes que ese día mataron a 16 viandantes e hirieron a decenas, no, contra la islamofobia. Como si la islamofobia fuera algo malo. Como si el Islam no fuera una ideología siniestra cuyo propósito declarado es imponer la barbarie religiosa y esclavizar o exterminar a los infieles, es decir, a todos nosotros.

Pero lo que quería decir es que, cada vez que viajaba a Madrid, al ver el “monumento” que las autoridades españolas habían levantado para honrar a las víctimas del 11 M primero sentía una gran furia, y luego una tristeza insondable.

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© Juan Abreu, 2006-2019