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Domingo, 12 de noviembre de 2023

Las nuevas hojas de las photinias son de un rojo pulposo. Las miro con enorme desconfianza, son rojas. Ya conocen ustedes mi trágica relación con ese abyecto color. Ha subido la temperatura. Beni duerme en su silla. Gran silencio. Corre una brisita que mueve las manchas de sombra en la terraza. Leo en lo de Landaluce que Rosalía lee a Paglia y Wiell. Me alegro por su cerebro, pero no creo que mejore su cantar gemiditos de grillo en celo. Ayer hice una sopa de pollo, costillas de ternera y verduras. Quedó como para levantar a un muerto, que decía mi madre. Acabamos de comernos lo que quedó, le añadí fideos. Plátanos maduros fritos. Vinito francés. Beberlo y planes de beberme a mi diosa. Y. Pensé. ¿Cuántos votos hacen falta para impedir que Sánchez venda España al nacional–racismo catalán y vasco? ¿Siete? ¿Diez? Cómprenlos. ¿No hay dinero entre las grandes fortunas españolas para comprar siete o diez votos de estos parásitos? Es la mejor solución, pensar que algunos parásitos socialistas van a votar contra la venta de España por principios es no sólo idiota sino subnormal. Y que ningún hipócrita se escandalice: hace cuarenta años que en España la partitocracia compra votos de una manera u otra. Hoy mismo acaban de comprar los votos nacional–racistas catalanes por miles de millones de euros.

Cómprenlos.

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© Juan Abreu, 2006-2019