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Jueves, 16 de marzo de 2023

Termino el Oppenheimer de Kai Bird y Martin J. Sherman. Un trabajo que les ocupó décadas. Hay que agradecer que este tipo de estudioso aún exista en un mundo donde los lectores de estos libros enormes, en todos los sentidos, cada vez son menos. La época moldea los cerebros en beneficio de lo breve, lo esquemático, lo fofo, lo ramplón, lo mínimoesfuerzo, lo chisporroteo, lo mordisqueo y lo veloz, y desprecia el silencio la concentración el amor al saber y el esfuerzo intelectual sostenido.

Es curioso como los genios, y Oppenheimer no fue una excepción, están condenados a la infamia, la ignominia y la persecución por parte del Poder, cuyas bases siempre se asientan sobre la estupidez la estulticia y la falta de imaginación. Por parte de aquellos que Reinaldo llamaba con gracia y acierto “los encapuchados de siempre”. En el caso de nuestro genio de la física y “padre de la bomba atómica”, los encapuchados fueron la loca tapada Hoover y el macarthismo.

A veces tenemos la impresión de que la inteligencia la nobleza y la aparición fulgurante de los genios baliza el camino de la humanidad. Y tal vez sea cierto. Pero el destino de los genios con la mayor frecuencia lo determinan la bajeza, la envidia, la mediocridad, la incuria, la estupidez, el fanatismo y la indecencia. No hay nada que odiemos más que la grandeza.

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© Juan Abreu, 2006-2019