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Jueves, 6 de octubre de 2022

A comprar mangos de Málaga, que ya sólo me quedan dos. Alegrito voy, después de leer las picuencias de Lucas Lírico que entrevista a Pérez Reverte en el diario. “Mientras habla de esos años se le hacen los ojos de agua y afuera huele a hierba recién cegada, aún sangrante”. “Se hace sitio en un sillón de cuero y dispara la primera ráfaga de conversación sin confitura”. Lucas Lírico es una de las mayores fuentes de diversión de mi gloriosa senectud.

Alegrito, recién reído llego, como he dicho. Aguántense. Lo primero que hago es preguntar a la verdulera tetoncita y de carita inocente y dulce ¿mami, a qué precio vendes la papaya? … y ella responde a 4,95 y yo, qué barata, sólo 4,95… es de Ecuador y allá parece que la papaya es sólo papaya. Las otras verduleras se carcajean y mi tetoncita: perpleja. Y aún me pregunta, qué pasa señor Juan es que no le gusta la papaya… y yo me encanta comer papaya, la como con mucha frecuencia, cada vez que puedo … y más carcajadas de las otras verduleras hasta que le explico a la verdulera tetoncita que en la pavorosa la papaya es primero el sexo femenino (no digo coño o chocho, digo sexo femenino) y después la fruta. Y ella que me mira achinando los ojitos y dice, distanciando las palabras y arrastrando mucho la e de qué… pero qué malo es ud., señor Juan.

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© Juan Abreu, 2006-2019