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Lunes, 3 de octubre de 2022

Veo Blonde. Basada en una ficción de la novelista Joyce Carol Oates. La escritora, lo ha dicho, se inventó la mayor parte de la historia. Diálogos, personajes, situaciones. El director por otra parte, es un cineasta de los que concibe el cine como un bodrio intelectual. Lo que hace Andrew Dominik, básicamente, es reproducir alargándolas y añadiéndoles efectos especiales bastante ridículos, momentos icónicos, podríamos decir, de la vida de Marilyn. Yo al tercer feto flotador estuve a punto de apagar, pero me contuve, más que nada por verle las tetas a Ana de Armas, que tampoco son nada del otro mundo, ya vistas. Una mujer bella de Armas, aunque de un tipo de belleza aguajirada. Y lo peor, carente de toda sensualidad, es decir carente de aquello que hacía a Marilyn, Marilyn. Porque, a ver, ¿quién coño es Norma Jeane? Un actor es lo que hace consigo mismo. Sobre todo, si hace a Marilyn.

“La auténtica voz de Marilyn”. Así define De Armas la película. Y por tanto a ella misma. Pobre muchacha.

Se habla mucho en la prensa de los desnudos ¡escándalo! y las escenas sexuales. No se lo crean. Todos los desnudos están filmados como si fueran asesinatos son deprimentes y la famosa escena en la que De Armas-Marilyn le hace una mamada al presidente Kennedy, es sólo un primerísimo plano de la cara de De Armas haciendo como que chupa un vegetal inidentificado. Una escena ridícula. Para no hablar del final donde el doliente cuerpo de De Armas-Marilyn levita (¡y el peluche! ¡y el padre en el firmamento!) en un desenfocar de cámara típico de estos directores que conciben el cine como un bodrio intelectual. Todo amante de Marilyn, si tiene la desgracia de ver Blonde, lo mejor que puede hacer es olvidarla lo antes posible. Por el bien de Marilyn.

Pero. Lo más trágico ¡y divertido! para mí de todo este salpafuera propagandístico con Ana de Armas-Marilyn, es la algarabía tribal, a su favor, que se ha apoderado de los cubanos. ¡Una cubana! clama la tribu cubana extasiada mientras baila en ferviente comunión en torno a la hoguera identitaria. ¡Una cubana! Y se hacen la paja tribal.

Qué gente.

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© Juan Abreu, 2006-2019