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Domingo, 25 de septiembre de 2022

Se cumplen 150 años del nacimiento de Paul Léautaud. Que yo sepa, en la prensa española, sólo se ha recordado al Maestro en un artículo algo fofo de Andrés Trapiello. Léautaud es uno de los más grandes escritores. Si gran escritor significa acercar la literatura a lo natural, a lo real, a un lenguaje recto, si tiene que ver con hacer la literatura menos mentirosa y desinfectada de imágenes, lloriqueos y lirismos.

Dejo aquí unos fragmentos de su Diario literario, a manera de homenaje.

“Qué diferencia entre un diario como el de Renard y el de Sthendhal, por ejemplo. De un lado, un hombre de letras, un artista, un enamorado del estilo, con todo lo que eso comporta de estupideces y de inutilidades, del otro, un escritor sin más”.

“En todo caso, por mi parte, no conozco opiniones que no se puedan expresar. No las conozco”.

“Cuando digo: belleza moral (palabras que me disgustan soberanamente), me refiero a falta de hipocresía, franqueza, independencia de espíritu, desinterés por los juicios de los demás, todo eso que los idiotas llaman cinismo y perversión”.

“Pienso que Rousseau y tras él Chateaubriand han hecho mucho daño a la literatura. Es de ellos de donde provienen todos nuestros declamadores. Suprimieron lo natural, tanto en el estilo como en los sentimientos. Crearon una pose, una actitud tanto en la forma, la expresión, como en el espíritu. Tal vez sea verdad que crearon ciertos sentimientos, ciertos estados del alma, como dicen los charlatanes. Todos los tenemos, pese a nosotros mismos, sin haberlos leído mucho ni al uno ni al otro, por ejemplo yo, que de Rousseau solo conozco las Confesiones y de Chateaubriaud, Atala, que hojeé un día y dejé enseguida, junto a algunos fragmentos de sus Memorias. Su influencia actúa sobre nosotros a través de otros escritores. Eso no impide darse cuenta y lamentar lo que nos han hecho perder de naturalidad, de sencillez, de facilidad, de ingenuidad”.

“Quiero decir exactamente: la tragedia, la tragedia de Corneille y Racine sobre todo, ha estropeado nuestro teatro introduciendo la declamación. Pues bien, Rousseau y Chateaubriand han estropeado nuestra literatura introduciendo igualmente la declamación. Un escritor que declama, no hay nada más despreciable”.

“Un artículo de André Malraux: Sobre la herencia cultural, con estas líneas finales: Es día a día y pensamiento a pensamiento como los hombres recrean el mundo para uso de su gran destino. la revelación no les da sino la posibilidad de su dignidad; a cada uno, hacer de esta posibilidad una posesión. Pero, para eso, nosotros, los intelectuales –cristianos, liberales, socialistas, comunistas–, a pesar de las ideologías que nos dividen, buscamos las voluntades que nos unen. Ya sé que todo pensamiento elevado, toda obra de arte es una posibilidad infinita de reencarnación. Y el mundo secular no puede adquirir su sentido sino con la voluntad presente de los hombres”.

“Uno se pregunta qué quiere decir esto. Todo el artículo tiene el mismo énfasis. Estoy muy tentado de consider idiota a un hombre que escribe de esta forma”.

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