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Martes, 13 de septimbre de 2022

En el viaje, Andorra, un lugar espantoso. Andorra no es un país sino una carretera con casitas estilo alpino a ambos lados un estilo triste (a lo Drácula) el estilo alpino. Siempre en peligro de que te atropelle un coche o te despeñes de algún risco o te aplaste una avalancha. No es un país es un precipicio al revés o el fondo de un precipicio si tenemos la perspectiva de la cima de las montañas. No lo medí, pero, por lo que pude ver, en sus partes más anchas el país Andorra debe tener alrededor de cien metros. La comida incomible, la gente muy fea pero del tipo creído señoras que pasean con un diamante insertado en el ano. A mí me dio la impresión de una cueva de traficantes, estafadores, ladrones o las tres cosas, la cueva de Alí Baba o algo por el estilo. Mucho borracho, mayormente ruso. Todo rezuma tristeza. Lo que baja por los pedregales perpendiculares que allí llaman montañas no es agua como pensé al principio sino desconsuelo. No veía la hora de largarme de allí.

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© Juan Abreu, 2006-2019