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Lunes, 15 de agosto de 2022

Regreso y han acuchillado al escritor Salman Rushdie. Otro crimen religioso y musulmán. Cada vez que matan los adictos (la fe sin dudas es adicción, Rushdie) religiosos musulmanes hay que repetir lo mismo. Son crímenes religiosos. Son crímenes musulmanes. El islam es una adicción, ser islamista es como ser adicto a la cocaína. Pero mucho peor.

Los adictos a la cocaína (u otras drogas) creen en el mundo que les procura la droga. Las drogas dan superioridad al drogadicto, ordenan su existencia. Así el islam a los adictos.

Los drogadictos a la cocaína no quieren convertir el mundo en un mundo de drogatas. Los adictos a la cocaína no te declaran infiel a la cocaína, y en consecuencia, asesinable. Los adictos a la cocaína no consideran a las mujeres inferiores y apaleables (y todas putas), los adictos a la cocaína no emigran a otros países e intentan convertirlos en estados cocainómanos. La adicción al islam es peor que la adicción a la cocaína. A pesar de esto, el islam es permitido, legal, y levanta sus centros de adicción por toda Europa, impunemente. Incluso hay un adoctrinamiento social y cultural a cargo de las autoridades de los países invadidos, que castiga lo que ellos denominan “islamofobia”, e incluso enseñan en las escuelas de los países libres y civilizados el islam, es decir la adicción al islam.

¡Un mundo de locos! Dirán algunos. Pero. No. Un mundo de políticos y de gobiernos corruptos y cobardes que se han rendido ante la adicción al islam y han renunciado a defender a sus ciudadanos de la siniestra antihumana y asesina adicción al islam. Hasta tal punto, que ni siquiera la prensa occidental se atreve a señalar o nombrar al enemigo.

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© Juan Abreu, 2006-2019