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Martes, 2 de agosto de 2022

“Norberto Fuentes (…) no oculta que ha sido uno de los privilegiados de la revolución. Se pavonea con un Rolex por las calles de La Habana y nos cuenta esa curiosa costumbre, entre los mandos, de tener todo por duplicado: dos Rolex, dos casas, dos mujeres. También habla de las cárceles y de las guerras del régimen, un régimen que él defendía con ardor guerrero hasta que las cosas se le pusieron malas. Es como si Raúl Castro hoy se exiliara en Miami y escribiera un libro lamentándose de las injusticias cometidas por su hermano en cuarenta años de dictadura. Norberto Fuentes, sin embargo, fue un escritor de cierto talento y eso aún persiste, una sombra apenas de lo que fue o pudo ser, pero allí está. Y se nota. No pide perdón. La revolución cubana aparece en sus páginas tal como es: una película de gansters rodada en el trópico. Y en esa película de gansters Norberto Fuentes cree tener un papel importante, cuando en realidad sólo ha sido uno de los bufones del amo y nada más. El experto oficial en Hemingway intenta en su exilio norteamericano escribir como Hemingway, pero no lo consigue. Sus páginas hablan de la indignidad y la vergüenza y su escritura rezuma indignidad y vergüenza. Lejos están las fiestas y el poder. Lejos están los paseos por La Habana a bordo de su Lada soviético trucado. Norberto Fuentes ya no es un escritor, es un alma en pena”.

Roberto Bolaño.

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