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Domingo, 24 de julio de 2022

Me levanto tarde, preparo el té, me como unas cerezas mientras leo a Espada. Habla de su optimismo Espada y de ser catalán dos categorías retóricas de menor entidad. Lo de catalán ni siquiera sé lo que es. Pero sé que adjuntarse un gentilicio es rebajarse. Y en cuanto al optimismo, espero que nuestro Espada sepa que sólo es una forma de autocompasión. No es poca cosa. Pero. La muerte es la dueña del Estadio.

Mientras desayuno, me hago otra vez la prueba del virus chino y sus huestes en franca retirada, como se dice. Una línea tenue muestra la victoria de mi gran carga viral anticomunista sobre el ingenio de laboratorio maocomunista. Los míticos purés de malanga (esos ocho años de mi vida antes de que los castristas nos liberaran de todo, incluso de la malanga, han sido cruciales) que me daba mi madre marcan la diferencia en la batalla contra el virus chino. Hoy será un día muy caluroso y lo pasaré leyendo y con las niñas en la piscina y bebiendo cositas frías.

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© Juan Abreu, 2006-2019