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Lunes, 23 de mayo de 2022

Instalo el comedero en el olivo. Lo lleno de alpiste. A cada rato echo un vistazo desde donde escribo, a ver si los pájaros ya lo han descubierto. Todavía no, creo. Este fin de semana las niñas se metieron en la piscina. Primer baño de temporada. Era una alegría verlas. La política española es una forma de delincuencia. Qué grotesco puterío sus televisiones. Eso lo pensé por la mañana viendo lo de la visita del Rey Juan Carlos (qué coño es eso de emérito), pobre hombre acosado por la delincuencia independentista comunista y tribal racista española y por ese hijo al que nadie le enseño aquello de Honrarás a tu padre. Antes me gustaba el joven Rey. Pero. Qué mal hijito le ha salido al viejo Rey. Supongo que la plebeya hiper operada y musculada consorte tendrá algo que ver. (La tengo en espera para un eros y política).

Podría reprochársele alguna cosa al viejo Rey (no su afición a las mujeres, salvo su encoñamiento final con la zorra cazafortunas) pero no en un país como España. Cualquier político español de alto rango ha robado y trapicheado más que el viejo Rey. El viejo Rey es un aprendiz comparado la banda de los Pujol, los sindicatos del Partido o los socialistas andaluces; para no hablar de los racistas vascos que por robar se han robado toda una región española. El viejo Rey, en la cuenta final, ha sido muy benéfico para su país. Lo contrario que la peste bubónica política tribalcomunista izquierdista que asola, vulgariza y emputece hoy España.

¡Larga vida al viejo Rey!

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© Juan Abreu, 2006-2019