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Viernes, 20 de mayo de 2022

Después de unos capítulos del gran Bosch aún no tengo sueño y tropiezo con El imperio de los sentidos un viejo clásico japonés que no recuerdo si llegué a ver en su época. Pero lo que quería decir es que, en la famosa escena de la felación, es una pena que se la chupen a un japonés, los japoneses y los asiáticos en general son genéticamente pichacortas y se pierde en la escena con esa ridícula pichita la grandiosidad que otorga al acto una polla como debe ser. Hay algo majestuoso en una mujer que se la chupa a un hombre. Un hombre chupándoselo a una mujer no es lo mismo. Por motivos obvios. Un hombre comiéndose un coño es un descendimiento, una mujer comiéndose una polla es una ascensión y un reinar de lo femenino. Una mujer comiéndose una polla es una diosa de poder, un hombre comiéndose un coño es algo que pretende regresar, que se refugia, que huye. En la película, la japonesa es hermosa y la mujer queda muy bien representada, pero esa pichita nipona es una calamidad y lo echa a perder todo.

Las felaciones son muy raras en el cine, y así seguirá siendo, la alimaña humana es esencialmente hipócrita y miserable y enemiga de la belleza y de la verdad carnal.

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© Juan Abreu, 2006-2019