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Lunes, 9 de mayo de 2022

Qué diría mi madre si me viera cocinar. Posiblemente moriría otra vez, pero de asombro. Sobre todo, si hubiera estado en la cocina ayer (que no habría dado yo) mientras preparaba unas pechugas de pollo rellenas con queso (no queso de cocinar, un buen queso francés) pimiento rojo, cebollas, cebollinos, sal y hierbas (Carmencita), pimienta negra y pimentón picante. Envueltas finalmente con jamón del bueno. Y a la sartén, con muy poco aceite de oliva extra virgen (lo único que debe ser virgen), y cuando se doraron un poco por ambos lados, le añadí cerveza (dos botellines) y tapé la sartén para que terminaran de cocerse al vapor. Y de beber un pinot noir Cotè de roses, claro y fresco. Y sereno.

Comimos en la terraza a la vera del jardín soleado y fui todo lo feliz que se puede ser en estos casos, quiero decir si la madre ya no está.

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© Juan Abreu, 2006-2019