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Viernes, 29 de abril de 2022

Verlo todo como es (decirlo es otra cosa). Compensa las miserias y traiciones que a tu cuerpo inflige la vejez. Volvería a la juventud con mi cerebro de hoy, y si no, no. Si tuviera algún problema con mi primer cerebro (mi pito) tal vez me lo pensaría. Pero no. Mi pito sigue poniéndose duro a la mínima provocación. Junto a la libertad, un pito duro es el bien supremo. Es cierto que mi mirada genital se ha debilitado. Tampoco mucho. Pero. Ya no veo como antes culos tetas y bocas golosas en todas partes.

Lo de verlo todo como es resulta curioso. Ahora mismo miro el soleado jardín y lo veo hermoso y lo veo además como la máquina asesina que es. Nos pasamos la vida viendo lo que queremos ver para no volvernos locos o pegarnos un tiro. Bien. Pero la vejez, tal vez por su cercanía a la muerte, nos permite ser más honestos y reales y ver las cosas como son sin volvernos locos o pegarnos un tiro, sosegadamente.

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© Juan Abreu, 2006-2019