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Domingo, 21 de noviembre de 2021

Sueño que estoy en el campo, en la pavorosa. La pavorosa de antes. Estoy con mi madre y mi padre y pasamos unos días juntos porque tengo que ir a NY no sé por qué (a exhibir mis cuadros tal vez o porque publican una versión en inglés de alguno de mis libros, pero eso lo pienso después, despierto, cuando la literatura irrumpe en el recuerdo). La casona donde estamos es espaciosa y en derredor frondosos árboles: mangos, un mamoncillo enorme, guayabos, flamboyanes y un naranjo y jazmines y marpacíficos. Y un gran patio con animales, gallos, gallinas, guineos, patos, gansos, guanajos, perros y gatos y muchos gorriones y un azulejo y hay una alegría de juntarse familia y amigos e impera una sensación de rutina el más ignorado de los bienes supremos, y entre los reunidos destacan por su altura y sus hermosos rasgos dos hombres mis abuelos tal vez. Lo siento todo vivo, pero los perfiles y contornos, arenosos. En cierto momento, me despido de mi padre, estamos en una guardarraya rojiza y mi padre está con los hombres altos tal vez mis abuelos (yo odiaba a mis abuelos, pero no en el sueño) y otros hombres con mostacho y polainas y machete al cinto gente como de otra época y me dice mi padre sonriendo nos vamos a comer a (y aquí el nombre del lugar, un pueblo, que no consigo recordar una vez despierto) se ve muy bien mi padre muy seguro y joven es decir nítido, salgo para NY mañana temprano digo yo y no hay angustia en la despedida porque regresaré cuando quiera es la pavorosa de antes y ellos suben a una gran camioneta y se alejan en un ronronear y en una polvareda. Y regreso a la casa y llamo ¡Mima!, ¡Mima! y mi madre me contesta desde el piso superior de la casona pero no hay cómo subir al piso superior y voy siguiendo el sonido de la voz de mi madre y al rato (ahora el interior de la casona es un laberinto) descubro una escalera de piedra una escalera de caracol muy estrecha y de pie ante el primer escalón llamo otra vez ¡Mima! y me responde mi madre desde el otro extremo.

Pero no me atrevo a subir.

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© Juan Abreu, 2006-2019