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Domingo, 11 de noviembre de 2021

Mientras me preparo estéticamente para ocuparme de las costillas de ternera al horno, leo un artículo de Espada nuestro primer Espada. Espada es el indiscutible príncipe del periodismo español. Y eso a pesar de que, como cronista de viajes y pitanzas (y en general, vida) sería mucho mejor, es mejor quiero decir ya lo ha demostrado (Ebro/Orbe, esa obra maestra), el periodismo se da mucho balijú pero a fin de cuentas sólo es literatura de segunda. Yo siempre he planteado y planeado (un viejo sueño) ocuparme en estos viajes deseados por Espada de la parte carnal, del hambre sexual y la baba masculina, ser el que se mete en los charcos la parte dionisíaca del periplo. Saldrían grandes libros, creo, pero en el mundo sobran putos pero siempre faltan financistas. Espada rasca en su artículo la costra de Dios de la carta de los padres de la niña muerta accidentalmente, por deseo de Dios que sabe lo que hace, según los padres, y somete a la luz de la razón el fanatismo y la irracionalidad de una prensa y una sociedad dispuestas a aceptar cualquier fantasía con tal de que alivien su cobardía y su miedo a la muerte.

También en el diario de hoy una formidable entrevista con Cayetana Álvarez de Toledo. Pero. Cayetana debió votar en contra.

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