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Sábado, 13 de noviembre de 2021

Cuando los traductores de bable (¿qué coño será el bable?) sean ley y legión en el Congreso de los PartiDiputados (en esos tiempos ya se le llamará por su verdadero nombre) y el catalán, el gallego y el ruido de entrechocar de piedras conocido como euskera sean lenguas nacionales, y se haya prohibido y penado el uso del español, haré voto de silencio indefinido es decir hasta la muerte, no me rebajaré a usar esas jergas. Me retiraré con mis perros y mi gato negro (las mejores personas que he conocido) y las cenizas de mi niño amarillo a una cabaña lejana y recóndita a pesar de odiar el campo y odiar en general la Naturaleza, y me dedicaré a leer y a escribir no piensen que se librarán de mi. Esta vez no huiré a otro país, estoy cansado de huir; me dedicaré a escribir mi última novela que será una parodia de Fahrenheit 451 pero en mi novela quemarán a los que usen el idioma degenerado y opresor (español), y quemarán los libros en español, claro está. Viviremos por entonces en un mundo de felices lacayos y de gozosos esclavos en un mundo de todos y todas putas. Mi novela la escribiré en español, naturalmente. Aunque no la lea nadie, no me debo a los lectores a qué tarado a qué subnormal se le puede ocurrir eso. Sólo me debo a la vida, y al movimiento. Yo no he venido aquí a obedecer, ni a respetar.

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© Juan Abreu, 2006-2019