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Lunes, 11 de octubre de 2021

(Bis) Lo de VOX, el todos contra VOX de la progresía española y de sus periódicos (comandados por El País) y las televisiones, no es un asunto ideológico. Es un asunto psicológico, una variante del síndrome de Estocolmo. Desde el mismo inicio de la democracia española la socialdemocracia (de derecha y de izquierda) ha trabajado en la implantación de un paisaje mental cuyo propósito es la creación de una manada moral. Quien rete ese paisaje mental esa moral de grupo y su pensamiento grupal, es el enemigo. La ideología es secundaria. (Las razones de las tribus catalana y vasca son diferentes: es el único partido que constituye para ellos una verdadera amenaza). Esa manada moral estigmatiza cualquier idea que amenace las murallas que protegen el hábitat socialdemócrata e izquierdista. Tratar de atravesar esas omnipresentes murallas socialemócratas constituye una aberración. Este estado de cosas se entiende perfectamente al ver las reacciones de la manada moral ante la idea de eliminar las autonomías, recuperar competencias para el Estado, regular la inmigración o españolizar España. Progresista en España, significa vivir feliz y superiormente al amparo de la sombra moral de la socialdemocracia (de derecha e izquierda; la actitud del PP hacia VOX en nada se diferencia de la del PSOE) y el izquierdismo. Fuera de esa benéfica cobertura, fuera de las murallas, sólo hay fascismo.

VOX es la puerta que dice que hay vida fuera de ese cobarde retrógrado y antiespañol paisaje mental socialdemócrata. Por eso hay que destruir a VOX. VOX es lo indecible, es la manera de escapar de la jaula socialdemócrata. Por eso lo odian tanto.

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© Juan Abreu, 2006-2019