4733

Martes, 3 de agosto de 2021

Estoy en una ciudad mezcla de Barcelona y La Habana. Vivo en esa ciudad. Alguien me dice que una mulata pelirroja que conozco y está muy buena y a la que no he prestado mucha atención, no me explico porqué, se folla todo lo que se mueve. Eso despierta mi interés. El ambiente es el de mis primeros días europeos: un alegramiento. Me pongo a buscar a la mulata pelirroja por un laberinto de calles estrechas y olorosas. Calles de Jerusalén. He caminado por ellas. Entro en tugurios, en patios dorados, en gelatinosos jardines. No encuentro a la mulata pelirroja. Al rato, cansado, quiero regresar a casa. Pero. No recuerdo la dirección de mi casa. Siento un enorme desasosiego. Vago por la ciudad tratando de recordar. Después, estoy en una esquina céntrica con mi hermano Nicolás que intenta hacerme recordar la dirección de la casa. Ha venido desde Miami para ayudarme. Pero cojones cómo puede ser que no te acuerdes. Busco mi teléfono, pero me lo han robado en el laberinto de calles estrechas tugurios patios dorados y gelatinosos jardines, mientras buscaba a la mulata pelirroja que se folla, dicen, todo lo que se mueve. Llama mi madre al teléfono de Nicolás y me pongo y hablo con ella, está preocupada porque no puedo recordar la dirección de la casa. ¡Pero hijo! Mi angustia va en aumento menos mal que ha venido mi hermano y puedo hablar con mi madre me digo, y entonces despierto y no sé dónde estoy.

Comentarios

© Juan Abreu, 2006-2019