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Sábado, 26 de mayo de 2021

Hoy, aniversario de la matanza de VIC, día cumbre de la infamia vasca y catalana, es un buen día para decir que la infamia de ambas tribus obedece al salvajismo de una (los patriotas vascos) y a la complicidad de la otra (los patriotas catalanes). Los catalanes víctimas y cómplices de sus asesinos, ¿puede haber algo más infame? Dicen que hay una mitad de españoles catalanes y constitucionalistas, puede ser. Pero a los ladrones, chantajistas, sediciosos, xenófobos, racistas, bandoleros y, resumiendo, patriotas tribales catalanes, que han gobernado Cataluña como una banda de mafiosos durante décadas, los han elegido ellos. De una forma u otra. Ellos han mantenido esa mitad antiespañola y mafiosa en el poder durante cuarenta años. Ellos son sus hijos y sus valedores y son, en fin, sus cómplices. Especialmente los intelectuales, que han hecho lo que suelen hacer los intelectuales en estos casos, venderse, dejarse comprar, justificar los desafueros de los ladrones, componer loas al delincuente (léase patriota) de turno brindar cobertura cultural a los facinerosos y alimentar la llama tribal. Excepciones, sí, pero pocas.

Seguir pretendiendo que es posible aún una España de ciudadanos libres e iguales es una ilusión muy cara. Una España de ciudadanos libres e iguales hubiera requerido Gobiernos y políticos que tuvieran una mirada española de España, pero todos, todos, sólo tuvieron una cobarde, oportunista, culogordista, corrupta, inmoral y antidemocrática mirada tribal de España. ¡La España de los caciques! Ante el tribalismo asesino vasco, y también asesino aunque en grado menor, catalán, se dedicaron a ceder y a alimentar y financiar el crecimiento tribal no sólo en las dos tribus más enfermas y desquiciadas, sino en el país en general. Mandarlos a la mierda hubiera sido relativamente sencillo en cierto momento, al principio, pero la propia Constitución ¡ya nació viciada por los tribales! Ahora es casi imposible.

Si no se confronta a los caciques tribales con una mirada ciudadana radical, que les haga retroceder hasta el folklor de donde nunca debieron haber salido, y de donde nunca se les debió permitir salir, la España de españoles libres e iguales está perdida. Y esa es la única España que merece sobrevivir.

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© Juan Abreu, 2006-2019