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Lunes, 12 de abril de 2021

Mi gato negro se detiene largo rato frente al lugar donde se escondía el gato amarillo a esperar que le dieran acceso a las praderas negras, yo iba hasta allí con frecuencia en los días de su agonía y lo llevaba en brazos al interior de la casa para alimentarlo y en ocasiones, antes de sacarlo de su escondite, me acostaba en el suelo y apartaba un poco las plantas para verlo y acompañarlo en su espera y a veces extendía el brazo y lo acariciaba y le decía algo para que supiera que no estaba solo aunque era evidente que estaba solo esa puerta se abre para cada uno no hay compañía posible llegados ante esa puerta la indefensión del amor es absoluta ante esa puerta. Y así se fue solo mi niño amarillo.

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© Juan Abreu, 2006-2019