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Miércoles, 3 de marzo de 2021

Al final, ya voy acabando su Diario, Géza Csáth no era un libertino era un follador, que es muy diferente. El follador es un personaje elemental, lo contrario del libertino. Los libertinos han sido cruciales en el avance de la cultura y la civilización. Por poner un ejemplo, Montaigne era un héroe para esa nueva raza de pensadores surgida en el siglo XVII: la vaga confederación de ingeniosos y rebeldes conocida como libertinos. Y de ese grupo minoritario, pero desproporcionadamente influyente, surgieron los filósofos de la Ilustración.

“Los libertinos valoraban cualidades como el bel esprit, que se podía traducir como buen humor, pero que fue mejor definido por un escritor de la época como ser alegre, vivaz, estar lleno de fuego, como se muestra en los Ensayos de Montaigne. También aspiraban a la honnêteté, es decir, a la rectitud, que significaba una vida con sentido moral, pero también buena conversación y buena compañía, según el diccionario de la Academia francesa de 1694”. (Sara Bakewell).

Csáth no era un libertino sino un follador. No carecía de talento literario. Pero. Un hombre atormentado por su dependencia de las drogas que al final lo llevaron al crimen y al suicidio. Ahora bien, como follador era un caso extraordinario, véase su balance del año 1912:

1) Coitos alrededor de 360-380.
2) Ingresos 7.390 coronas.
3) La edición de mi libro Schmidt, el panadero de pan de especias.
4) La publicación de la edición alemana de Puccini.
5) La publicación de Pean.
6) Conseguir el puesto en Stubnyafürdo.
7) Conseguir diez mujeres diferentes.
8) Entre ellas dos vírgenes.
9) El drama Los Horváth.
10) Tener éxito en Stubnya.
11) Viaje a Viena con la señora O.

Y su balance en lo concerniente a su novia, digamos, fija:

“En mi vida con ella, hasta hoy he realizado el coito 424 veces, y además en 345 días, lo que viene a ser 1,268 coitos diarios durante 345 días desde el 15 de septiembre de 1911 hasta el 31 de enero de 1912, descontando los 100 días de separación durante el verano, los 20 domingos, y los 30 días de enfermedad de Frédi (en realidad 42 días), cuando no nos veíamos y me sentía obligado a usar a otras mujeres (con mucho pesar).

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