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Domingo, 31 de enero de 2021

El virus chino ha sido algo estupendo: para China. Una jugada maestra. Una prueba de arma bacteriológica que sólo un país comunista puede permitirse. Los gobernantes chinos son herederos de Mao y a Mao nunca le importó sacrificar a miles o millones de chinos para conseguir sus propósitos, los propósitos de partido. Con el virus chino China ha conseguido causar un grave deterioro a la economía mundial (sobre todo la de sus grandes enemigos: los países democráticos) un deterioro del que tardarán en recuperarse. China es la única potencia económica y militar que sigue creciendo y, como ya tenía la vacuna antes de mandar el virus a infectar el mundo, es el primer país que ha superado la pandemia. Aunque hay que reconocer que ha ejecutado a la perfección la tragicomedia de ser un país a merced de la pandemia y del pangolín y del pobre chino que se comió un murciélago. Es demasiada casualidad que en Wuhan esté el mayor laboratorio chino de investigaciones virológicas. Lo cierto es que nadie sabe lo que ha pasado en China con el virus chino (salvo lo que el Partido Comunista chino ha querido que sepamos). Por otro lado, aunque supieran, USA y otros países libres han de hacer como que se creen el cuento chino, porque de otra manera tendrían que ponerse a lanzar cohetes nucleares contra China. ¡Y todo mientras los comunistas chinos se tragaban Hong Kong! Qué jugada maestra.

Sí, ya sé, soy un conspiranoico.

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© Juan Abreu, 2006-2019