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Viernes, 22 de enero de 2021

“Cuando por la noche regresé a Jorocal, los árboles aullaban como si los estuvieran desollando. Me puse a escribir este diario, no quiero que la soledad ronde en mí sin sentido, necesito a los hombres, a un lector… No para comunicarme con él. Sólo para emitir señales de vida. Ya hoy consiento en este diario las mentiras, los convencionalismos, las estilizaciones, con tal de poder pasar de contrabando, aunque sea como un eco lejano, un tenue sabor de mi yo aprisionado”.

Creo que cuando Gombrowicz habla del lector no habla de usted o de mí que aún leemos ni siquiera de aquellos que tenemos la lectura como actividad fisiológica (sentimos nuestro cerebro embrutecerse cuando pasamos varios días sin leer): habla del LECTOR. De ese protagonista de la cultura que parecía eterno en tiempos de Gombrowicz y que hoy está desapareciendo.

Sigo con el Diario argentino.

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© Juan Abreu, 2006-2019