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Viernes, 9 de octubre de 2020

Lo de los bombones Godiva es una exquisitez no sólo por la miríada de matices que añade a la ambrosía producto de la combinación coño-chocolate, también pone un punto de prospección en el asunto porque mientras que con el chocolate en barra uno se limita a esperar que fluya la ambrosía con el bombón hay que trabajar, introducir bien la lengua e ir erosionando la capa de chocolate que guarda el licor hasta que este se libera y se precipita mezclado con el chocolate y el caldo (si se me permite) propio del coño hasta la boca. Y lo mejor. Si conseguimos, y ese es el propósito, que ella se corra más de una vez los fragmentos del bombón ya vacío irán emergiendo con sus convulsiones y créanme es el bocado más delicado que jamás se llevarán a la boca.

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© Juan Abreu, 2006-2019