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Miércoles, 23 de septiembre de 2020

Ha entrado una abeja en el salón oigo el zumbido. Se ha pegado a un ventanal que da al techo y allí va de un lado a otro del cristal. Me levanto y abro la puerta corredera que da a la terraza por si baja en algún momento, me digo. Aunque lo más probable es que esté allá arriba hasta que caiga muerta de agotamiento. Esto pasa a menudo. Una abeja una avispa un moscardón y hasta una libélula a veces. El cerezo está perdiendo las hojas. Dejo la escritura y me pongo a regar las plantas. Yo nunca escribo de corrido fragmentar lo de escribir es fundamental. Bebo vino tres o cuatro veces a la semana ya me dirán ustedes si es mucho. Antes no bebía tanto vino, ahora sí. Media botella cada vez, más o menos. Creo. Ya no escucho el zumbar de la abeja. Viene el perrito negro. Dice Marta que le doy mucha comida fíjate en lo gordo que está, pero yo lo veo bien. La vida parece sin cesar diferente Heráclito y todo eso pero en el fondo es un repetir taimado.

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© Juan Abreu, 2006-2019