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Domingo, 20 de septiembre de 2020

Celebrábamos ayer la publicación del libro de Jorge Ferrer ropavieja grandes quesos suizos y vinos blancos franceses y rojos del Duero y de la tierra de Cádiz y hasta un pastel de zanahorias, santocielo que rica estaba la ropavieja había mil años que no la comía y hablamos ya de sobremesa y entrados en vino de sexo y aledaños temas habituales del Jardín, y como es habitual cuando se habla de sexo salió a relucir el negro y su negra baguette y algunas damas confesaban que ellas no ¡sacrilegio! dije yo y pensamos en diversas formas de subsanar ese hándicap, y en eso no sé cómo llegamos a las mascarillas y sus posibilidades eróticas y mi excelso cerebro concluyó que decir bájate la mascarilla mami que voy pa dentro es muy superior a las formas tradicionales digamos decir chúpamela mami o abre la boca mami que la tengo que se me parte y ternezas por el estilo; bájate la mascarilla mami que voy pa dentro es un verdadero hallazgo en tiempos del virus chino coincidimos todos, y a continuación nos pusimos a planear una fiesta para octubre que llamaremos Fiesta del Ajiaco que promete mucho.

Y antes de acabar, decir que el gran logro del libro de Ferrer no consiste en haber convertido la reclusión en algo colectivo sino en lo contrario, en haber convertido el confinamiento en una apoteosis individual; la obsesión de nuestra época por lo colectivo es una de las pestes de nuestra época. Pero. Lo único que brilla y perdura es la luz del individuo la feroz determinación de ser solo, y esa luz y esa determinación es lo que convierten el libro de Ferrer en un libro único, en un tenaz fervor.

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