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Lunes, 27 de julio de 2020

San Amazon veloz y presto me trae el Gargantúa y Pantagruel y me digo tienes que acabar el Napoleón primero pero a los cinco minutos no puedo aguantar más y me pongo a leer en la tarde ahíta. El prólogo algo soso pero instructivo y hasta sorprendente me encuentro en la página 64 la palabra cuchufleta. ¡Cuchufleta! Cuchufleta es lo que bailaban los barnaclos en mi novela Rebelión en Catanya y yo iluso creía que me había inventado la palabra. Leí el Gargantúa y Pantagruel en mi juventud de esclavo en la finca de los Castro, una edición fea de ver y leer, pero no recuerdo nada. Tal vez mi cerebro conservó la palabra cuchufleta sabiendo que algún día me haría falta. Qué maravilla el cerebro. El prólogo algo soso como dije pero cuando llegué al Libro Primero/La muy horrífica vida del gran Gargantúa, padre de Pantagruel, entré en la gloria de la pantagruelista abundancia.

Pero. Hoy regresaré al gran corso y ansioso pero disciplinado dejaré a Rabelais. Comienza la decadencia del genio y sería indigno de mi parte abandonarlo cuando se confabulan en su contra los mediocres y los traidores y la suerte le da la espalda.

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© Juan Abreu, 2006-2019