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Lunes, 1 de junio de 2020

Recién llegado a USA (1980) comencé a trabajar en una factoría que estaba en el barrio negro, o limítrofe con ese barrio. Por esos días, cuatro policías blancos habían matado a un ciudadano negro y poco después, como es costumbre en USA, comenzaron los disturbios y los asaltos a negocios y el robo y el vandalismo generalizado en el barrio negro. Yo me preguntaba qué tenía que ver protestar contra el racismo de algunos policías y contra el asesinato de un negro, con robar y quemar negocios. El dueño de la factoría y su familia, hacían guardia, armados con pistolas y shotguns, para proteger la factoría. El negocio familiar representaba el trabajo de toda una vida. Por suerte, los protestantes no fueron a quemar la factoría en cuestión, quién sabe lo que hubiera pasado en ese caso. Las autoridades no movilizaron a la Guardia Nacional hasta que habían quemado medio barrio negro (ya habían muerto dieciocho personas y el número de heridos ascendía a trescientos cincuenta) y los negros no comenzaron a apostar francotiradores en los tejados y a disparar a la policía que se atrevía a entrar en su barrio. Pensaron que ya eso era demasiado, supongo.

Recordé esto, viendo las protestas por la muerte de un ciudadano negro a manos de un policía de Minneapolis. Enseguida comenzaron los saqueos, los robos y las quemas racistas (queman selectivamente negocios propiedad de blancos). Cuarenta años después sigo sin entender qué tiene que ver protestar contra el racismo y por la muerte de un ciudadano negro, con robar y quemar comercios. Nada, con la mayor seguridad. Es pura delincuencia.

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© Juan Abreu, 2006-2019