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Domingo, 31 de mayo de 2020

Una de las frases más cobardes, viles, miserables y mierdecillas jamás pronunciadas por un presidente español es aquella de Aznar cuando, dedicado a negociar la libertad y la igualdad de los ciudadanos españoles con el cacique tribal Jordi Pujol, aseguraba que hablaba catalán en la intimidad. La frase, y la actitud felona ante los tribales de Aznar, representan de la mejor manera lo que ha sido el PP en la política española: una fuerza acomplejada que a lo más que ha aspirado es a ser un remedo con curas de la izquierda, una aspiración a hacerse perdonar por la izquierda, y una banda experta en el compadreo traidor con las fuerzas del antiespañolismo racista y tribal. El PP ha sido y es un aprendiz suplicante de los socialistas tanto en lo que atañe a la corrupción (donde siempre ha ido a la saga del socialismo, el gran ladrón de la política española), como en lo concerniente a lo ideológico. El PP no es un partido reaccionario (una palabra que no quiere decir nada, que pertenece al pensamiento grupal, que carece de significado, como se sabe) aunque sí un partido catolicón. Aunque eso es un mal menor en un país que ha sacralizado el multiculturalismo y pone ojitos de heroína romántica a la invasión musulmana.

Dicho esto. Espero que se entienda con la mayor claridad la guerra contra Cayetana Álvarez de Toledo dentro de su propio partido. Cayetana es lo que el PP nunca ha sido y nunca llegará a ser. Es la verdadera derecha.

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