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Jueves, 14 de mayo de 2020

Sigo con las galeradas. Hace ocho años nos sentamos en el jardín a escuchar los pájaros. Queda esto. Tenía razón Hazlitt “las palabras son las únicas realidades que duran eternamente”.

Todo está morado y nos sentamos a escuchar los pájaros. Hay uno que tiene un canto muy elaborado. Algo así como un fuelle diminuto que termina en una campanilla que comunica con una lámina de zinc finísima que cimbra y al final se rompe cual cristal. El árbol de las maravillas suelta esferas que caen lentamente y se funden con el morado y es muy lindo de ver. Hay un temblor hay pelusas que vagan hay una liviandad. Durará muy poco, son las veinte y cuarenta y en cualquier momento llegará la oscuridad. El canto se repite cada treinta segundos. Lo he comprobado. Cuando tenía yo como trece o catorce años una muchacha se sacó la teta y me la metió en la boca. Chupa, dijo. Yo cerré los ojos y chupé y cuando los abro ya está aquí la oscuridad.

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© Juan Abreu, 2006-2019