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Miércoles, 6 de mayo de 2020

Ya está en plena guerra, rodeado de apaciguadores y cobardes, no sólo franceses, también una buena parte de la cúpula política inglesa, Halifax en primer lugar, suplicando por un pacto con los nazis. ¿Y qué hace Churchill? En esa encrucijada histórica, Churchill encarna al verdadero estadista. Ordena que se instale una ametralladora ligera en su coche oficial a fin de poder contraatacar en caso de sufrir una agresión, cuando viaja por mar requiere que en su bote salvavidas haya una metralleta para luchar hasta el último momento, y en sus viajes a Francia para intentar convencer a los caguetas franceses para que peleen, va armado de un revólver y le dice a su fiel guardaespaldas: No tengo intención de que me cojan con vida.

Y cuando la Oficina de Guerra elabora un discurso y se lo ofrece estableciendo lo que debía declararse en caso de que Inglaterra fuera invadida, lo rechaza diciendo que, en ese caso, sólo diría a sus compatriotas: ¡Ha llegado la hora; muerte al huno! ¡Siempre podéis llevaros a uno por delante!

Siempre podéis llevaros a uno por delante.

Qué cojones, Churchill.

Y. A propósito. Los cojones están muy mal vistos en España. Por eso España es hoy tal vez el país (después de Cuba, en cualquier caso) con la mayor cantidad de ciudadanos pájaro-dodo del mundo. Ciudadanos pájaro-dodo que como sus famosos predecedores, avanzan mansamente hacia la extinción. Aunque hay una diferencia eso sí los pájaros dodo originales no avanzaban hacia la extinción aplaudiendo.

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© Juan Abreu, 2006-2019