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Lunes, 4 de mayo de 2020

Sigo con Churchill y para mi enorme satisfacción sus opiniones sobre el comunismo y sobre la Revolución rusa y en general sobre la siniestra plaga comunista y rusa: “En Rusia se llama reaccionario a un hombre si se opone a que le roben sus propiedades y a que asesinen a su esposa y sus hijos”. Y respecto a que los alemanes permitieran a Lenin cruzar Alemania y llegar a San Petersburgo. “Es lo mismo que enviar una ampolla llena de un cultivo de fiebres tifoideas o cólera destinado a ser vertido en los depósitos de abastecimiento de agua de una gran ciudad”. Churchill fue el primero en comparar e igualar el nazismo con el comunismo y describir de la manera más precisa sus actos y su naturaleza: “Pestilentes y grotescas bufonadas del simiesco bolchevismo”. “Fétida mezcla de crimen y animalidad”. “Enemigos confesos de la civilización”. Y la mejor descripción de Rusia comunista que cabe imaginar: “Una Rusia infecta, una Rusia apestada, de tiranos cubiertos de sangre, una montaña de vergüenza y degradación”. “El bolchevismo no es una política, es una enfermedad”.

“Todo el mundo puede comprobar que el comunismo pudre el alma de una nación; que la vuelve abyecta y le hace pasar hambre en tiempos de paz, y que la envilece y la transforma en algo abominable en épocas de guerra”.

Que esta evidencia sea negada en España por millones de votantes del PSOE y Podemos es una prueba irrefutable de que la izquierda española es ya poco más que una grotesca degradación. A los votantes del PSOE y Podemos sólo puede definírseles actualmente como a una manada de peligrosos chimpancés.

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