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Miércoles, 1 de abril de 2020

Cada día temprano mi amigo actor sigue enviándome las ridiculeces más notorias y los más floridos culipandeos de Lucas Lírico. Hablamos de ese diario de la plaga (Inquilino del KM 0, El Mundo) que se ha convertido en regocijo de nuestras mañanas y que es ya un clásico de la bobería, el tócome los huevos pomposo y la penuria intelectual. Y me apunta algo mi amigo, ¡qué gran voz!, un aspecto que había escapado a mi atención. O sea: el hecho de que la indignidad literaria de Lucas Lírico no está en sus metáforas absurdas y castañuelas, lo que es extraordinario y lo convierte en un escritorzuelo son frases como esta: Me estoy jugando la ansiedad por vosotros. A las 15:12 hemos recogido las bandejas de comer. Ahí está el punto de pus de este pájaro, me dice. En esa prosa vulgar y gris y aparentemente limpia a la que sólo él es capaz de insuflar la gota de pus que la convierte en una afrenta.

Y tiene razón. No son sus despelotes pimpinela lo que ofende de Lucas Lírico, lo que ofende es su desfachatada pretensión de ser algo verdadero.


Un hombre libre

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