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Domingo, 9 de febrero de 2020

Ayer es decir hoy ya tarde en la cama me dio por meditar algo que está muy sobrevalorado y que no hago nunca porque atrofia el cerebro y envilece el talento porque meditas siempre desde un marco, desde un amansamiento previo desde una cobardía y desde una sumisión, y llegué a la conclusión verdadera e inapelable de que el único sentido del acto de escribir de la escritura honestamente encarada es insultar, insultar todo burlarse de todo de ti mismo (lo más difícil, somos animalitos espejo) y de la alimaña humana siempre ridícula y patética y siempre éticamente oportunista y creída y mierdecilla y siempre tan imbécil. Y. Allí en la cama, tarde. Concluí además que todo el que hable de su Identidad de cualquier tipo de Identidad que lo incluye es definitivamente subnormal y poco fiable tan poco fiable como un izquierdista que son como se sabe los miembros de una tribu la tribu con mayor capacidad para chuparse la propia polla ¡siempre llegan! hasta de pie en medio de un campo de exterminio soviético o en una granja para maricones cubana ¡llegan! se la chupan y eso despeja sus almitas tribales ¡llenas de Identidad! y les otorga una paz envidiable. La misma paz envidiable que se tiene yo mismo a los que creen en Dios. Pero. A lo importante el sentido de la escritura qué sosiego al constatar lo del insulto y la burla como gran sentido del acto de escribir ya yo vengo insultando y burlándome de mucho nunca lo suficiente pero lo hacía de una manera impulsiva y algo limitada porque así me salía del cerebro algo en mi cerebro me decía por aquí por aquí por aquí es por aquí, creo que a partir de ahora insultaré mejor. Pertenecer es traicionarse es lo que vengo a decir.

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© Juan Abreu, 2006-2019