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Jueves, 6 de febrero de 2020

Leo a nuestro primer Espada, por la muerte de George Steiner que ha dejado unas cartas donde (dice) sí que cuenta su vida real. Hay que esperar hasta 2050, así que nunca leeré esas ya famosas cartas de la vida real de Steiner. Me hubiera encantado leerlas. Tiene razón Espada, posiblemente sean lo mejor de la obra de Steiner esas cartas donde intentó, repito, intentó, escribir lo real.

Hay una distancia insalvable entre lo real y lo escrito. Yo no creo que se pueda escribir lo real. Los relatos verídicos no existen. ¿Dónde están? Léautaud, sí, se acercó. Pero. ¿Quería follarse a su madre Léautaud? No lo sé, sólo hay insinuaciones. Literatura. Claro, tenemos que escribir como si existieran los relatos verídicos; es como lo del libre albedrío. Sabemos que no existe, pero es imposible vivir sin la ilusión de que existe. Y luego está la realidad de los otros, los que forman parte de tu vida. ¿Tienes derecho a escribir su realidad porque es parte de la tuya? Ese es un problema capital tal vez insuperable, por motivos éticos ¡y legales!

También, creo que hay una enorme vanidad en lo de los secretos dejados a la posteridad. ¿A quién le importarán de aquí a cincuenta años? Para no hablar de que el tiempo irá cambiando ¡reescribiendo! el texto demorado. Lo honrado es decir a todos (a las pocas personas que leen, se entiende, y que saben que existe y hasta quizás se interesen por el escritor) lo que crea el escritor que tiene que decir, mientras vive. Cuando aún puede sufrir las consecuencias por lo que ha escrito, ¿no quería realidad? Después de muerto, uh. Sin un cuerpo vivo detrás la escritura es, si cabe, aún más irreal.

Lo dicho no significa una disminución de la importancia de la ficción, que es una necesidad social y una herramienta fundamental de la Civilización, sin ficción, ya sea escrita o pintada no serían posibles los avances tecnológicos, sin Mondrian o Picasso no habría realidad virtual ni i-Phone. Me parece del todo evidente que no se puede ir a la Luna si antes no se ha escrito una ficción en la que vamos a la Luna.

¿Carece de sentido, entonces, para un escritor (no hablo ahora de novelistas o cuentistas), perseguir la escritura real? De ninguna manera. De hecho es lo único que vale la pena. ¿No es acaso nuestro destino, desde los albores del mundo narrado desde el primer narrador, tratar de escribir lo imposible, lo que no se puede escribir?

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